“Me siento muy débil espiritualmente, no tengo ganas de orar, leer la Biblia, y tampoco de ir a la iglesia. Estoy completamente fría y desmotivada, no sé qué hacer.”- Amiga
Respuesta:
Vamos a usar nuestra inteligencia: ¿desde cuándo nuestra carne va a sentir voluntad por las cosas espirituales? Nunca, la carne desea las cosas que le agradan. Por otro lado, nuestra inteligencia nos muestra que es necesario alimentar nuestro espíritu. Por lo tanto, aun sin tener ganas, nosotros debemos buscar hacer lo que tiene que ser hecho para nutrir nuestra comunión con Dios y no caer en esa acomodación espiritual y, consecuentemente, sufrir por estar lejos de la fe.
Es así que vamos a despertar, no importa si usted tiene ganas o no, usted sabe que necesita buscar a Dios, orar, leer la Biblia, entonces, hágalo.
Es como el alimento físico, a veces no sentimos mucha hambre, pero cuando llega la hora de las comidas, nosotros comemos. ¿Por qué? Porque sabemos la necesidad que tiene nuestro cuerpo de alimentarse para mantenernos en pie, para no enfermarnos, entonces nosotros comemos aun sin ganas, pues quien no come, muere.
Bueno, con el espíritu sucede lo mismo, si usted no alimenta su espíritu, usted queda débil y enferma, espiritualmente hablando, y comienzan los síntomas: desánimo, duda, acomodación, tristeza, angustia, ansiedad, hasta que llega la muerte espiritual.
Amiga, si usted tiene ese cuidado con el cuerpo que un día va a perecer, imagine el cuidado que debe tener con su alma, que vivirá eternamente.
Por eso, no haga lo que tiene ganas de hacer, haga lo que debe ser hecho, lo que es bueno para su fe y así tendrá vida.
Quien vive por lo que siente es insensato, quien vive por la fe es inteligente.
¡Piense en eso!
(*) Respuesta extraída del blog de Tania Rubim