Dios estableció un canal de comunicación entre Él y usted. Ese canal se llama fe, creencia. Usted cree en la Palabra de Dios, la obedece, la sigue y así muestra su fe, manifiesta su fe.
A partir de la fe que usted tiene, que todos tenemos, están abiertas las negociaciones con Dios. ¿Negociación? Sí, porque de acuerdo con lo que usted da, recibe. Tal y como estamos acostumbrados a hacer cuando vamos a un negocio. Pero no estoy hablando de dinero, sino de la expresión de fe, del sacrificio.
Usted quiere algo de Dios, eso le costará un sacrificio, una renuncia. En eso se resume la comunión con Dios, que no tiene nada que ver con los méritos. Si usted merece, o no, negociar con Él, no tiene nada que ver, lo que vale es su fe, que es probada a través de lo que usted ofrece.
Por favor, quite de sus pensamientos la idea de que usted no merece, que ha cometido errores. Dios sabe que estamos llenos de errores, ¿o hay alguien que sea perfecto? Usted sabe que no.
Dios no trabaja por méritos, si usted presenta fe, Él responde en la misma medida, la da conforme usted ha pedido.
Esto es bueno porque usted queda libre de depender de los demás. Entra y sale de la Presencia de Dios de acuerdo con su fe y recibe aquello que Él ha preparado para quienes Le aman y manifiestan la fe.
Dios dijo a través de Moisés: “Y sucederá que si obedeces diligentemente al Señor tu Dios, cuidando de cumplir todos sus mandamientos que yo te mando hoy, el Señor tu Dios te pondrá en alto sobre todas las naciones de la tierra.”, (Deuteronomio 28:1). Obedecer es servir, es mostrar la fe. Si usted no obedece, pero es una persona buena, caritativa, religiosa, no recibirá nada. Si usted obedece, pero ha cometido errores, recibirá de todos modos. Usted no depende de nadie, solamente de usted mismo. Dios depende de usted para actuar en su vida.
Jesús dijo, en Lucas 6:37: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.”. Usted ha sido su propio juez, porque si no perdonó, tampoco será perdonado.
Su vida depende de su actitud y Dios no puede bendecirle antes de que usted se bendiga a usted mismo. Para que Él actúe en mi vida, yo tengo que hacer mi parte.
“Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.”, (Lucas 6:38). En otras palabras, de acuerdo con mi razonamiento, toda su vida es resultado de sus actitudes para con Dios. Si su vida ha sido mala, no es porque alguien lo maldijo o porque tiene un mal destino, karma o una cruz, simplemente está cosechando lo que ha sembrado. Yo puedo imponer las manos sobre su cabeza, orar por usted, pero no es suficiente, su vida siempre dependerá de sus actitudes.
En sus manos está la capacidad de cambiar su futuro. Usando la fe, ese canal de comunicación con Dios, usted puede hacer negocios con Él. Entréguele su vida, use su fe, demuéstrele su confianza, ofrézcale a Él el 100 por ciento de su vida.
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