Durante los próximos días vamos a publicar partes del libro “Fe Racional”, del obispo Edir Macedo, como parte del contenido para reflexión del Arca Universal
Cuando hablamos de fe, vemos el poder infinito de Dios guardado en un jarro de barro finito y pequeño: nuestro cuerpo. Dios ha colocado Su infinito poder dentro de cada uno de nosotros. Y ese poder se llama fe. Sin embargo, para disfrutar de ese poder y para que la fe florezca en su vida es necesario, naturalmente, despreciar los cinco sentidos humanos y los sentimientos del corazón.
Quien se deja llevar por los sentimientos impide que la fe funcione. Cuando la persona es movida por las emociones, la fe queda neutralizada. Por ejemplo: cuando el pastor necesita orar por algún miembro de su familia, él encuentra dificultad en ayudarlo, porque ora basado en el sentimiento. De esta manera, su fe, cimentada en los impulsos del corazón, no funciona. Y no puede ser así. La fe debe ser activada con base en la Palabra de Dios y en Sus promesas.
Tenemos que creer como la propia Biblia nos enseña: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Le hay, y que es Galardonador de los que Le buscan.” (Hebreos 11:6) Esto significa que no podemos llegar a la presencia de Dios con base en la emoción, sino en la certeza de que Él cumplirá lo que prometió.
El Señor Jesús le dijo a una higuera: “Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.” (Mateo 21:19) Es decir, de la misma forma que Él le dio una orden a un árbol y este inmediatamente obedeció, podemos también, en Su nombre, ordenarle a una enfermedad que salga y que nunca más vuelva al cuerpo.
Podemos usar la autoridad del Señor Jesús que nos fue concedida en Su nombre. No es necesario ser un pastor o un ministro del Evangelio para asumir esa autoridad. Cualquier persona que cree en la Palabra de Dios puede asumirla. Es necesario, por lo tanto, que haya una conciencia de que es por medio de la fe que se conquistan esos beneficios.
Infelizmente muchos continuarán sufriendo porque insisten en vivir en la obstinación. Si la persona decide no buscar ayuda, no hay nada que hacer para cambiar su situación. Eso sucede porque la fe que Dios plantó dentro de todos nosotros, cuando es usada de modo inteligente, de acuerdo con la Palabra de Dios, hace que el milagro suceda. Pero, para eso, la persona debe buscar esa fe y ser humilde para aceptar tales palabras.