El arco iris, no está allí, pero usted lo ve.
La fe, usted no la ve. Pero está allí.
El arco iris es una ilusión óptica.
La fe no es una ilusión.
Dios tiene una manera muy interesante de realizar obras en nuestras vidas.
Él no necesita de usted, es usted quien necesita de Él para cualquier cosa. Para todo.
Solo que Él, en su siempre increíble inteligencia, creó una forma para que fuéramos partícipes de Sus obras.
Nos dio la fe.
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Por la fe comprendemos que el universo fue hecho por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”
Hebreos 11:1-3
La Biblia hebrea usa la palabra emunah para designar fe. Pero este término también puede tener otros significados, que, al analizarlos bien, no son tan “otros”: fidelidad, confianza, lealtad, veracidad, sinceridad, honra, rectitud, seguridad, creencia, firmeza. Todo eso, y mucho más, están contenidos en la fe.
El Espíritu Santo nos inviste de fe. Por la fe, creemos, luchamos y esperamos, de acuerdo a las etapas de las realizaciones de Dios. Y esperar en Él, al contrario de lo que puede parecer, es actuar. A veces, es más difícil saber esperar en las decisiones del Señor que levantarse y hacer algo. A veces, tenemos que tener más fuerza -para quedarnos “en la nuestra”- mientras Él actúa, que para meter la pata aunque sea con buenas intenciones. Y, en todo eso, usted está participando. No es sólo un espectador de la situación.
Por un lado, Dios le da la fe. Por otro, le cabe a usted usarla, para tener el contacto necesario con Él. Es una vía de doble sentido.
Un paracaidista tiene la fe suficiente para saltar de un avión, ya que cree firmemente que el paracaídas se va a abrir. Sólo que, su parte o de quien inspeccionó el equipamiento, es necesario toda una preparación, la ejecución de todos los procedimientos de seguridad. Estando ahí, él salta de la seguridad del avión hacia la nada. Sus pies están libres, no hay nada a que sujetarse, a no ser a la confianza de que el armazón se abrirá en el momento justo.Aun así él tendrá que tirar de una cuerda, de lo contario…
Y Dios nos da la cuerdita de la fe, para sostenernos en los momentos de caída. De lo contrario, sería una verdadera caída. Que yo recuerde, no es muy saludable estrellarse contra el suelo…
Saltar sin fe no es confianza. Es suicidio.
Niño
– Mamá, ¿Dios nos escucha?
– Claro que escucha, mi hijo.
– Entonces… ¿Por qué Él no responde?
– Responde, querido. Sólo que no es siempre hablando, no es solo con la voz. Es de una forma diferente.
Sucede que Juan está en la edad de los eternos “por qués”. Y, póngase en el lugar de su mamá. Ella sabe que el niño eso lo aprenderá con el tiempo, por eso no vale dar una explicación que limitaría la comprensión y la imaginación del niño, impidiéndole el derecho y deleite del aprendizaje.
Sucede también, que Juan tiene fe. Es, fe suficiente para preguntarle algo a Dios, para hablar con Él. El muchacho no hablaría si no creyera que Él existe. En su inocencia, su corazón aun puro, ya busca los brazos del Padre para, abrigado, llenarlo de preguntas.
Me gusta pensar que Dios, sonríe en el momento en que pequeños y pequeñas, de todo el mundo, lo buscan para conversar y preguntar. Ellos oran sin siquiera saber lo que hacen.
Juan, sus dudas serán respondidas, a lo largo de la vida.
Por la fe.
La Biblia
Una de las formas por las cuales Dios responde es la Palabra que nos dejó.
La Biblia, mucho antes que las computadoras y universidades, habla respecto a todo. Y ese todo involucra el antes, durante y después de la permanencia del hombre en la Tierra.
Y, además de comprender palabras por la lectura o por la audición, es necesario tener otra cosa para explorarla. Fe.
Es uno de los diversos canales que Dios nos dio para estar con Él, para perfeccionar nuestro contacto con nuestro creador. El propio Juan imaginó que la Biblia es el “celular de Dios”, que usa para hablar con nosotros. ¡Qué buen celular, Juan! No necesita ni batería, ni antenas desplegadas por la ciudad, ni ser el modelo más caro del mercado, para exhibirlo delante de gente que ni siquiera lo conoce. Es solo poner, de vez en cuando, el crédito para que funcione: fe. Porque, si usted no tuviera crédito en su celular, no va a comunicarse, no va a poder preguntar nada. Con fe, la llamada se completa.
Y como eso es un diálogo, tiene emisión y recepción. Con fe, usted habla con Dios. Por la fe, Él te responde. Y cuanto más usted la usa, más se fortalece su fe.
Sí. Usted usa la fe para llegar a Dios, pero la fe queda con usted.
Cada vez más.
Y la fe no se desvanece en el aire como el arco iris. No falla en la caída cuando usted tira de la cuerda. No queda fuera del área de cobertura.
Fe es más que creer.
Fe es ser.