Muchos cristianos, le piden a Dios un año de éxitos. Pero, esa oración, no pasa de ser un deseo. Esto se da porque no se preocupan en establecer metas sensatas y en planear cómo se concretarán. Otros las consiguen, pero atribuyen esos logros a su capacidad humana. Olvidan contar con el Espíritu Santo, que les dio las condiciones y la fuerza para llevar a cabo sus planes.
Este año está a punto de terminarse. Debemos preguntarnos qué hicimos durante el tiempo que duró. Muchos no lograron nada y están peor que el año pasado. El siguiente versículo muestra que debemos creer en lo que determinamos: “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.”, (Mateo 18:18-20).
El Señor Jesús se refirió a lo que realmente funciona; independientemente de la época del año en que se le pide algo a Dios: la comunicación sin restricciones con el Creador, en sintonía con Su voluntad. Él muestra que el mejor lugar para buscarlo es en donde haya dos o más cristianos reunidos en Su nombre.
Acérquese a la Universal más próxima a su domicilio, los viernes y los domingos de ahora hasta fin de año y siga. Haga su parte con Dios, que será oír la Palabra y practicarla. Él no le pide nada imposible. Su acuerdo no será con un pastor o un obispo, será con el Señor, confíe. Pida coraje al Espíritu Santo para conseguir sus objetivos.
Serán metas trazadas con el Creador, con estrategias inspiradas por Él y resultados reales. Aunque estemos cerca del 2020, está a tiempo de realizar proyectos que había pensado para este año, no pierda la oportunidad.
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