Con el fin del año aproximándose, millones de personas reservan dinero para apostarlo en las loterías especiales. El premio es mayor y, aunque las probabilidades de ganar son bajas, muchos creen que, esta vez, “se sacarán la lotería” y cambiarán de vida.
Sin embargo, la historia muestra que no siempre ese cambio es para mejor. El norteamericano Billy Bob Harrell Jr, por ejemplo, ganó 31 millones de dólares en 1997. Casado, padre de tres hijos e incapaz de sustentarse en un empleo, creyó que de allí en adelante sería definitivamente feliz.
No fue así
Billy comenzó a hacer grandes donaciones a amigos e instituciones en las cuales creía. Las personas, aprovechándose de eso, le pedían más y más dinero. El estrés causado por la nueva rutina hizo que su esposa le pidiera el divorcio, lo que lo alejó también de sus hijos.
En menos de 2 años después de ser el “más afortunado”, solo, deprimido y sintiéndose presionado, se pegó un tiro en su propio pecho. Antes de suicidarse, escribió una nota afirmando: “Ganar la lotería fue lo peor que me pudo haber pasado”.
Malo para el ganador, malo para todos
Tan trágica como la historia de Billy es la de Andrew Jackson Whitakker, ganador del sorteo especial de navidad en Estados Unidos en el 2002. El empresario ya tenía una fortuna de 17 millones de dólares cuando ganó solo en la lotería, llevando a su casa más de 113 millones de dólares.
Jack, como era conocido, comenzó a realizar grandes donaciones y préstamos a amigos. Incluso siendo robado varias veces, salía a la calle con miles de dólares en efectivo y le daba mensualidades a la familia.
En menos de dos años después del sorteo, el novio de su nieta murió por sobredosis en la casa de ella. Un mes después de lo ocurrido, su nieta también fue encontrada muerta, con cocaína y metadona en el organismo. La hija de Jack murió poco tiempo después.
En 2007, él fue procesado por varias personas y empresas, que alegaban deudas, inclusive por un casino, al cual le debía 1,5 millones de dólares.
Hoy, el “suertudo” tiene 68 años y trabaja en dos empleos para sustentar a su familia. Recientemente su casa se incendió, haciendo que pierda lo poco que le quedaba.
Siempre que puede, Jack apuesta en la lotería. Ahora espera tener más suerte y poder, finalmente, jubilarse.
El error de los “suertudos”
Billy y Jack participan de una gran lista de ganadores de lotería que perdieron todo lo que ya tenían y lo que ganaron. Curiosamente, los dos eran cristianos y donaron dinero a las iglesias antes de perder todo, pero eso no fue suficiente para librarlos de la ruina.
El obispo Jadson Santos, en un video publicado recientemente en YouTube, explica que no importa el tiempo que una persona pase orando, lo que importa es cumplir lo que la Biblia enseña: “Usted tiene que tener coraje para obedecer la voz de Dios. Usted puede orar las 24 horas del día. Si usted no obedece la Palabra de Dios, usted no vence.”
Tal vez ese sea el error de muchas personas que ganan dinero. Jack, por ejemplo, dejó de pagar sus deudas. En contrapartida, gastaba el dinero en nuevas apuestas. Billy se olvidó de cuidar primero a su propia casa y terminó solo.
El hombre, muchas veces, ve solamente el resultado inmediato, olvidándose del futuro. La Biblia orienta: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.” Gálatas 6:7-8
La enseñanza no distingue a los que ya conquistaron una fortuna de los que aún no conquistaron. Simplemente deja claro que el hombre es responsable por lo que le sucede. Si alguien desprecia la Palabra de Dios, deberá asumir la responsabilidad de las consecuencias.
“Nunca, en ningún momento, cometa ese error con Dios, porque el día que usted desprecie la voz de Dios, usted no tendrá nada con Él. Nada. Si usted quiere tener resultados en su vida, aprenda a obedecer la Palabra de Dios”, afirma el obispo.
Él también explica que Dios no está en contra de la prosperidad. Al contrario, Él quiere que Sus hijos vivan bien. Pero, es necesario honrarlo.
“He aquí el secreto para que usted conquiste: permanecer en la fe, venga lo que venga, cueste lo que cueste. Fiel en el mucho, fiel en lo poco. Fiel en lo poco, fiel en lo mucho. Para que usted permanezca en el mucho, permanezca en la fe”, concluyó el obispo.
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