En Lucas 16:19-22, Jesús explica que: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado…”.
Jesús dice que el rico vivía con total comodidad, que se vestía de manera extraordinaria. Él se refiere a una persona que vive la vida al extremo, en la lujuria, la riqueza y la gloria de este mundo, y, por otro lado, hace referencia a la pobreza extrema. El rico era saludable y perfecto mientras que el pobre pasaba necesidades y estaba cubierto de llagas.
Son dos extremos. Él dice: “… murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado”. ¿Notó la diferencia? El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, ese es el detalle. El rico murió y fue sepultado.
Este versículo es fundamental para que usted entienda lo que sucede después de la muerte. “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí…’. Fue un clamor desde el infierno. “… ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.”. El rico dice que está atormentado en la llama.
“Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado.”, (Lucas 16:23-25).
Aparentemente, quien vive confortablemente en este mundo vivirá en el infierno después de la muerte, y quien vive en la miseria, en la desgracia aquí en la Tierra, irá al Cielo. Pero no es así.
Lo comprenderemos analizando: “Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá.
Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.”, (Lucas 16:26-28).
Piense en aquellas personas que murieron y están en el infierno. Quizás son sus seres queridos los que están en el infierno. Ellos tienen ese deseo de que quienes están vivos puedan saber que existe ese lugar de tormento.
“Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.”, (Lucas 16:29). Es decir, tienen la Palabra de Dios.
“Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.”, (Lucas 16:30-31).
Los ricos confían en sus riquezas. Ellos confían en el poder económico, confían en lo que tocan, en lo que sienten, en lo que manosean. Esa fe, esa confianza hizo de ese rico, un pobre miserable. El rico se fue al infierno, pero no porque fuera rico, ni el pobre fue al Cielo porque fuera pobre. No se trata de dinero, de las condiciones sociales, sino de la fe.
Cuando usted tiene dinero, cuando tiene condiciones económicas, cuando todo está bien, no le importa nada de la fe, de las cosas de Dios. Sin embargo, Jesús solo es Señor y Salvador de los que están necesitando Salvación.
Lo que determina si irá al Cielo es la fe abrahámica, la fe que obedece la Palabra de Dios, la fe que se sujeta a la Palabra de Dios, la fe que es humilde para obedecer sin cuestionar, porque obedece aquel que tiene buen juicio.
Si usted no tiene la certeza de su Salvación, si usted no tiene certeza de la Salvación de su alma, usted tiene una oportunidad de oro para tomar posesión de esa grandeza. Usted ha ofrecido en el Altar sus ofrendas, sus donaciones y sus sacrificios. Pero la mayor ofrenda que usted puede darle a Dios, es su propia vida, es su alma.
Es que usted se rinda en verdad.
Secretos y misterios de la fe con el obispo Macedo, todos los domingos a las 18h, en Av. Corrientes 4070 – Almagro y en todas las Universal del país por videoconferencia.
[related_posts limit=”17″]