A veces, la única manera de cambiar una situación es hartarnos de ella. Lo que no faltan son mensajes sobre el poder de decir un “basta” a nuestros problemas, pero siempre me pregunto por qué tantas mujeres no consiguen entender el espíritu de tales mensajes. Hay situaciones en nuestra vida que preferimos dejar a un lado, con la ilusión de que desaparezcan cuando menos lo esperemos; pero en lugar de eso, se complican cada vez más a medida que pasa el tiempo, hasta que llegamos a la conclusión de que son demasiado delicadas y, por eso, es mejor dejarlas como están.
Algunas personas piensan así: “Yo soy así y las personas tendrán que acostumbrarse a mi manera de ser’. De esta forma, esa actitud puede convertirse en un peso para otras personas, y también puede levantar una gran barrera para aquellas que desean acercarse. Yo tenía la costumbre de pensar de esa forma hasta el día en que aprendí que podría ser y hacer lo que yo quisiera. Primero luché mucho, quedé un poco enredada haciendo cosas que nadie jamás me había visto hacer, pero continué con determinación. Con el paso del tiempo se fueron volviendo cada vez más fáciles y ya no necesitaba esforzarme tanto para hacerlas.
Llega un momento en nuestra vida en que algunas cosas tienen que ceder y otras tienen que ser cambiadas. Y es en ese momento en el que damos un BASTA a algunas situaciones, que salimos de nuestro estado normal y nos impregnamos del “poder del basta”. iYo hice eso y salió bien!
Dios está dándonos oportunidades constantemente para cambiar, pero nos corresponde a nosotras aceptarlas. Es como una planta en una maceta si no la podamos, crecerá hasta que la maceta no pueda aguantar, se debilitará y, con el tiempo, morirá. Necesitamos “ser podadas” de vez en cuando. Hay cosas en nosotras que solamente están ocupando espacio y, como consecuencia, nos impiden crecer, convertirnos en mujeres y marcar la diferencia en la vida de nuestros amigos, parientes y familiares. Obviamente, la “poda” duele. En el caso de las plantas, al principio, se quedan feas y sin vida. En nuestro caso, la poda nos hace sentir avergonzadas y humilladas; sin embargo, tal y como sucede con las plantas, nos convertimos en mujeres más fuertes, bonitas y mejores — cuyo ejemplo inspira a otras mujeres.
Dios quiere que seamos como una hermosa planta que decora este mundo de una forma muy bella, exhalando una fragancia especial, inspirando a muchas otras mujeres y marcando la diferencia en este mundo extraño y loco. Él quiere que seamos útiles, pero depende de nosotras aceptarlo o no. Cuando una planta no sirve para adornar, generalmente la escondemos en algún lugar de la casa, la colocamos en el patio o si no, la tiramos. Sin embargo, las más bonitas están siempre en los mejores lugares de la casa para que se vean. ¿No ocurre lo mismo con nosotras también? Las mujeres que están siempre causando problemas son dejadas de lado, solas. Por otro lado, qué bueno es estar entre las mujeres que constantemente cambian para mejor.
Usa el “poder del basta” dentro de ti y cambia. Deja que la mujer de Dios que hay dentro de ti viva por mucho tiempo y libremente. No se trata de quién tú eres sino del tipo de mujer que Dios quiere que seas.