Querer siempre más, sin importar cómo y a quién alcanzar para eso. Amán era ese tipo de personas, que, además de ser ambicioso sin pensar en las consecuencias, quería siempre recibir honra y reconocimiento.
Por orden del rey Asuero, todos tendrían que postrarse cuando él pasara, sin embargo, Mardoqueo era el único que no hacía eso. Ese hecho hizo que Amán se enojara con él (Ester 3:1-5).
Amán comenzó a mostrarse a partir de ese momento, pues ese fue el motivo por el que buscó el aval del rey para matar a los judíos, ya que Mardoqueo tenía ese origen (Ester 3:7-15). Y así, preparó una horca para Mardoqueo, valiéndose de la ley del rey que ordenaba matar a todos los judíos (Ester 5:9-14).
Sin embargo Amán no esperaba que Mardoqueo y Ester hicieran que el rey se enterara de lo que estaba sucediendo (Ester 7:5-6).
El comienzo del fin
Amán no sabía, pero la horca que preparó para Mardoqueo sería usada por él (Ester 7:9-10).
Eso porque él nunca pensó que sus actitudes serían descubiertas, creyó que podía usar la confianza del rey para sus propios intereses personales. Sin embargo, su propia confianza exacerbada y sin límites fue lo que lo llevó a la muerte.
Así como Amán hay muchas personas que solo logran ver sus propios intereses, son egoístas y priorizan valorar su imagen delante de los otros. No importa qué y de qué manera lo harán para lograr lo que quieren, lo que vale es llegar hasta su objetivo.
Cuidado, usted puede estar cavando su propia fosa o, así como Amán armando su propia horca.
Piense cuáles son sus objetivos y qué ha hecho para alcanzarlos. Si nota que está dejando personas de lado, tomando actitudes inaceptables y usando sus contactos personales para transgredir reglas, usted puede estar en un camino sin regreso.
Vuélvase a Dios, coloque su vida delante de Él y así, su honra y su reconocimiento vendrán cuando menos lo espere, de manera natural y honrosa.
“Antes bien, como está escrito: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman.”, (1 Corintios 2:9).