Hizo lo que Dios quería que hiciera
Mardoqueo fue un judío que se hizo conocido por criar a su prima Ester como hija (Ester 2:5-7). Fue un hombre sabio, que actuó según la dirección de Dios.
Se sentaba a la puerta del rey y allí se enteraba de los asuntos de la ciudad. Una vez, escuchó que dos hombres atentaban contra el rey Asuero y le avisó a Ester, que le llevó la noticia al rey, evitando así su muerte (Ester 2:21-23).
No obstante, Mardoqueo era el único que no se postraba ante Amán cuando él pasaba, lo que causó su furor (Ester 3:1-5). Amán entonces hizo que el rey Asuero decidiera matar a todos los judíos, para que así Mardoqueo también muriera (Ester 3:7-15).
Ester supo de la historia y se preparó para contarle al rey todo lo que estaba sucediendo a causa de Amán (Ester 4:4-17). Pero, antes de eso, Asuero supo que Mardoqueo denunció a dos hombres, evitando así su muerte, y se dispuso a honrar a quien lo había defendido (Ester 6:1-3).
La honra en el momento adecuado
Mardoqueo fue un hombre que no se postró ante Amán, e hizo todo correctamente, porque tenía su fe establecida en Dios. Él sabía que no podía adorar a una persona como si fuese Dios y que no podía dejar que un asesinato se cometiera, ya que la información había llegado hasta él.
Amán mandó a construir una horca para matar a Mardoqueo (Ester 5:14), pero él no se imaginaba que el rey sabía lo sucedido y quería honrar a ese hombre, en lugar de desear su muerte. Asuero ordenó que el mismo Amán preparase vestiduras y caballos de honra para que el pueblo conociera a quien el rey honraba (Ester 6:4-11).
Pero lo mejor aún estaba por venir. Después de eso, Ester denunció a Amán ante el rey Asuero, que se enfureció y ordenó que lo ahorcaran. Eso sucedió en la horca que él mismo había preparado para Mardoqueo (Ester 7:1-10).
Lo que Dios quiere
Esta historia muestra que, además de que la honra viene en el momento adecuado, lo mejor de Dios recae sobre los que se colocan en Su presencia, más que eso, que Lo obedecen por encima de cualquier cosa.
Mardoqueo hizo lo que era correcto y lo que estaba a su alcance para evitar la muerte del rey. Además de eso, no divulgó lo que hizo, no buscó con sus fuerzas su propia honra. Podemos decir que hizo lo que Dios le indicó que hiciera. Por eso pudo disfrutar las recompensas.
Que podamos ser como Mardoqueo: hacer lo que Dios quiere que hagamos, y no según nuestro deseo. Solamente así seremos correctamente honrados.