Víctor Becerril: “Pasé por un accidente en la columna, fue una caída y sufrí golpes en la rodilla. Me lastimé tanto que se corrió de lugar la vertebra; casi se me rompe la médula.
En las noches no podía dormir, aun con pastillas, kinesiología y masajistas tres veces por semana. Era un dolor insoportable, viví ese sufrimiento 10 años. Fui a otros lugares con la esperanza de ser sanado, pero no lo logré.
Tenía que hacer un tratamiento de más de un año para que me operen, pero como yo no quería, viajé para ver especialistas, parecía que no había forma. Iba a quedar postrado en una silla ruedas.
Al llegar a la Iglesia, faltaban cinco días para la operación. Creía que eran farsantes, que todo esto era montado para sacarle plata a la gente. Sin embargo, el primer día recibí la sanidad de mi columna. Llegué a mi casa y dormí plácidamente como hacía años que no podía. Volví a hacerme los estudios y salió todo negativo.
Parecía que mi vida iba bien, hasta que un día fui al médico, me hicieron nuevos análisis que salieron positivos en diabetes grado 2, me dijeron que no había cura. Llegué a casa bastante triste con las pastillas que debía tomar. Pero reaccioné, si estaba sirviendo a un Dios grande y poderoso él me sanaría. Me volví a hacer los exámenes y confirmaron que estoy libre.
Otras de las situaciones que viví, fue a los seis meses del nacimiento de mi hija. Se le había separado la cadera tres centímetros y necesitaba una prótesis costaba más de 3 mil pesos. Yo hice uso de mi fe y fue sanada.
Hoy yo me encuentro en paz, buscando ese encuentro maravilloso con Dios. Económicamente me encuentro sin preocupaciones. La tranquilidad me la da Dios, ya no le tengo miedo a nada”.
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