Érase una vez una mujer que, por alguna razón, era evitada por todos los que la conocían. Había noches que lloraba sola hasta dormirse, preguntándose a sí misma qué estaba mal en ella. Siempre escuchaba hablar de lo bueno que era tener amigas, pero nunca tuvo ni tan siquiera una. Un día, finalmente se llenó de valor y le preguntó a alguien lo que pensaba de ella. En ese momento descubrió que sus actitudes eran incorrectas.
Actitudes inadecuadas también incluyen palabras y comportamientos que lastiman y distancian a las personas. Tú puedes tener un buen motivo para estar enfadada, pero una actitud equivocada acaba por quitarte la razón y hacer que te conviertas en un problema. La mayoría de las veces, las personas que no saben controlar sus actitudes no se dan cuenta de eso y, normalmente, piensan que lo que ellas dicen o hacen cuando están con rabia es necesario para que el problema se resuelva.
La cuestión es que nunca se deben tomar decisiones cuando se pierde la calma. Muchas no consiguen entender eso y acaban hablando y tomando actitudes llevadas por sus emociones. En otras palabras, cuando pierdes la paciencia con alguien, tú pasas a estar equivocada y, la otra persona, en vez de mirar sus propios errores, sólo conseguirá ver los errores que cometas. La persona se vuelve desagradable no solamente con aquellas que la conocen, sino también, con las que perdieron el interés en conocerla debido a los malos comentarios que oyeron. Esto ocurre porque las personas nunca consiguen prever cuál será su reacción si se acercan a ella. Es casi como si la persona pudiese transformarse en el Increíble Hulk en cualquier momento.
La situación es todavía peor para aquellas mujeres que, supuestamente, son amables y gentiles, pero que discuten en la caja del banco o con los vendedores en el mercado y, por eso, son vistas como clientas complicadas. Cuando perdemos el control, perdemos nuestra belleza en un abrir y cerrar de ojos y nos convertimos en el propio problema. Tengo la seguridad de que estarás de acuerdo conmigo en que el testimonio de una mujer perdiendo la calma y empezando un gran desorden público es simplemente una vergüenza, aún más para aquellas que dicen ser cristianas.
Una persona tiene problemas de comportamiento cuando constantemente reprende a otras personas con gritos y amenazas. El hecho es que, si a ti no te gustó lo que viste o escuchaste, eso no te da el derecho de reprender a los demás de la misma forma ¿no crees? En lugar de eso, cuenta hasta diez o incluso hasta cien, y deja que aquel momento pase. Siempre podrás enfrentar la situación al día siguiente, cuando estés más tranquila y sepas qué actitud debes tomar.
Las mujeres con problemas de comportamiento, tienen dificultades para encontrar amigas, pues es muy difícil convivir con ellas. En vez de conseguir el resultado que desean, ser acogidas y respetadas, consiguen lo contrario. No hay nada malo en exigir nuestros derechos, pero jamás debemos usarlos como pretexto para faltar al respeto a los demás.
La Biblia dice en Proverbios 27:15 que: “Gotera continua en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes.” La mujer con problemas de comportamiento está siendo comparada con uno de los ruidos más irritantes del mundo: el goteo continuo. ¿Quién puede tolerar eso?