Todos los que frecuentan una iglesia quieren la Salvación después de esta vida terrenal. Sin embargo, “calentar el asiento” de un templo no es garantía de nada si no hay una verdadera entrega a Dios. El propio Señor Jesús dio un ejemplo bien claro de eso en la Parábola de las Diez Vírgenes (lea Mateo 25:1-13).
En la historia, el Mesías dice que “… el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas” (versículos 1 y 2). Las prudentes, según el Hijo del Hombre, llevaron sus lámparas con aceite, pero también una vasija aparte con aceite de oliva para abastecerlas. Las jóvenes restantes, en la prisa, solo llevaron las lámparas, sin preocuparse con el combustible.
El esposo tardaba en llegar y todas se durmieron. A la medianoche, Él dio señales de que estaba llegando y las jóvenes salieron corriendo para encontrarlo en el camino y guiarlo hacia la casa. Las jóvenes sin aceite les pidieron prestado a las prudentes, pero ellas les aconsejaron que fueran a comprar, porque, sino, no sería suficiente para todas.
Mientras las insensatas iban a comprar el aceite, el esposo llegó, fue recibido por las prudentes, entró con ellas a la casa y cerró la puerta. Las insensatas llegaron y golpearon la puerta, pero no fueron recibidas, porque, como no se habían preparado, el hombre no las consideró sus novias. Incluso, habían comprado el aceite a último momento, en la desesperación, pero ya era demasiado tarde.
Con el ejemplo de las vírgenes insensatas, el Señor Jesús aconseja lo siguiente: “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (versículo 13). Él se refiere a Su propio regreso en el Fin de los Tiempos, algo que puede suceder en cualquier momento. Sin embargo, muchas personas no serán salvas, porque no es suficiente querer la Salvación, sino estar preparado para ese momento.
Prioridades equivocadas
Según el obispo Edir Macedo aclaró en una reunión en el Rainbow Theatre, templo de la Universal en Londres, en Inglaterra, “las diez vírgenes representan a los cristianos. No obstante, la mitad era insensata y la otra mitad prudente. Las insensatas no llevaron el aceite, que es el símbolo del Espíritu Santo, pero las prudentes lo llevaron. El aceite es el que mantiene la llama encendida, y la llama representa la fe. Sin el aceite no hay llama y, si no hay llama, consecuentemente, la vida quedará entregada a las tinieblas”.
De acuerdo con el obispo, las vírgenes imprudentes de hoy son las personas que se preocupan por la economía, la familia, la salud, la vida sentimental, pero no por lo más importante: la propia Salvación. “Usted puede conquistar el mundo entero, lo que quiera. Puede ser la persona más rica, la más poderosa del mundo, pero si no tiene el Espíritu Santo es el ser humano más pobre, más miserable que existe sobre la faz de la tierra y, cuando muera, su alma quedará condenada a la perdición eterna. Ese es el problema, porque no habrá una segunda oportunidad. Si murió, se terminó. ¿Cuál es su situación? ¿Usted es una virgen insensata o prudente?”
Por supuesto que es necesario planear el futuro, cuidar esos otros aspectos que el obispo mencionó, como el dinero, la salud, la familia y todo lo demás, pero no sirve de nada priorizar las cosas materiales y dejar el cuidado espiritual para después. “El que es sabio piensa en el futuro, no solo de la carne, sino del alma. El que no es sabio es como un niño, actúa de acuerdo con sus emociones, no usa el intelecto, solo quiere los bienes materiales, que no están prohibidos. Lo que usted no puede es hacer que esas conquistas sean su prioridad, porque, si lo hace, su lámpara se apagará, ¿y dónde encontrará el aceite para encenderla nuevamente? Esta vida que está viviendo, tarde o temprano, se terminará.”
Con pecado, sin Salvación
El obispo Macedo complementa el razonamiento diciendo: “Muchos piensan que por el hecho de estar en la iglesia, automáticamente, serán llenos del Espíritu Santo. Pero ¿cómo nacer de nuevo y ser bautizado con el Espíritu Santo sin arrepentirse de los pecados? Ese ha sido el motivo por el cual muchos aún no han sido sellados. Solo enmiendan sus caminos y sus obras los que están arrepentidos de sus pecados”.
Todo es muy claro, según el obispo: “El Señor Jesús no vino para llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento. Mientras haya pecado, no habrá Salvación. Los que se arrepintieron y, por ese motivo están limpios, están preparados para presentarse delante de Dios”.
Las vírgenes insensatas pensaban que querer es poder, pero no es así. Ese es solo el primer paso para tomar una actitud, como hicieron las jóvenes prudentes. Las imprudentes son los cristianos que viven en pecado, pero quieren una Salvación que nunca tendrán. “Si es su caso, enmiende sus caminos y sus obras, es decir, arrepiéntase ahora. Porque, dentro de poco, puede ser demasiado tarde. Con la Salvación no se juega ni se pierde tiempo”, finaliza el obispo Edir Macedo.