“Y les dijo: Venid en pos de Mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando al instante las redes, Le siguieron. Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, Le siguieron.”
(Mateo 4:19-22)
Al oír la Palabra de Dios, usted debe actuar inmediatamente. Note que en el mismo instante en el que Jesús los llamó, los discípulos dejaron el barco y a su padre y Lo siguieron. Actuaron instantáneamente. Sacrificaron a su familia y a su fuente de sustento. No lo pensaron dos veces; no vacilaron. La fe es como un rayo. La certeza debe ser seguida instantáneamente, pues si no hay dudas, ¿por qué vacilar?
El precipitado actúa instantáneamente, pero movido por el impulso de su corazón. Por su parte, el definido en la fe, actúa instantáneamente, movido por el impulso del espíritu; la certeza dada por la Palabra de Dios. Porque cree, actúa. Aunque necesite sacrificar lo que le es más importante, aunque necesite contrariar a todo el mundo. La reacción de la fe es instantánea. Jesús no los llamó dos veces.
Si usted oye la Palabra de Dios y cree, entonces tome inmediatamente la actitud que su fe le impulsa a tomar. Haga eso hoy y también todas las veces en las que tenga esa certeza firme en su interior, señalando el camino a seguir y la dirección a tomar. Dios está con usted. Cualquier actitud tomada por la fe, tendrá resultado positivo a causa de la fe.
Al oír la Palabra de Dios y ser movido por la fe, no vacile. Tome la actitud exigida por su fe.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo