La cultura tradicional dice que el hombre no puede mostrar debilidad. En ese afán, muchos hombres esconden sus errores o los minimizan, en la tentativa de mantener la apariencia de buenos, fuertes y correctos. Pero en realidad, ¿quién es bueno, fuerte y correcto siempre?
La verdad es que todos hablan. Y todos sabemos que todos hablan. Por eso, el tipo que intenta mostrar perfección solo logra en realidad alejar a las personas con su hipocresía.
Equivocarse está incluido en la humanidad del hombre. Admitir sus equivocaciones, por consiguiente, es en realidad una actitud de fuerza, no de debilidad. Fuerza para encarar sus propias debilidades. Fuerza para mirar a las personas a los ojos y decir “me equivoqué”. Y principalmente fuerza para aprender con sus errores y decidir mejorar como resultado.
¿Cómo puede usted practicar eso?
1-No intente dar la impresión de perfecto. Usted no engaña a nadie.
2-Cuando se equivoque, sea rápido para admitir su error. Cuanto más rápido, mejor.
3-Hable con quien fue afectado por su error, reconociéndolo, pidiéndole perdón, y diciéndole lo que va a hacer para no repetirlo.
4-Obviamente, haga lo que usted dijo que iba a hacer (sino, usted no pasará de ser un estafador)
5-No se culpe más, mire hacia adelante con la determinación de mejorar.
El hombre que practica eso inspira una cierta confianza, característica esencial si espera el privilegio de liderar.
Destáquese de la multitud. Sea un IntelliMan. Haga los 53 desafíos…
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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