La mujer debe invertir en sí misma. Ella generalmente cuida a todos, al marido y a los hijos, pero no se cuida a sí misma. No hay manera de cuidar efectivamente a los demás a no ser siendo la propia bendición.
Para tener la bendición dentro de casa, usted debe ser la propia bendición. No sirve orar, ayunar, si no es la propia bendición, si no tiene a Jesús como el primero en su vida. La mujer siempre quiere hacer todo a su manera, pero solo logrará la bendición en su casa si se entrega a Jesús.
La mujer que quiera bendecir a su matrimonio y a su casa debe ser un ejemplo en su vida espiritual. Son las mujeres sabias las que edifican su casa. Es una gran responsabilidad.
Usted debe buscar ser la propia bendición, para que su carácter sea moldeado. Debe llenarse del Espíritu de Dios y Él satisfará los deseos de su corazón. Primero tiene que pensar en usted misma y ver qué tiene que cambiar. No es que va a ser egoísta, sino que va a ser una mujer de Dios para tener una familia de Dios.