Un país acostumbrado a sufrir tifones encuentra en la Iglesia Universal del Reino de Dios el alivio espiritual
Filipinas es un país compuesto por innumerables islas, y está situado en el continente asiático. Es conocido por sus amplias explanadas de arroz (foto abajo), localizadas en la ciudad de Benaue, y son consideradas una de las maravillas del mundo moderno.
El país está situado en una región sísmica, lo que hace que los habitantes de la región se enfrenten muy a menudo, a temblores y tifones devastadores. A pesar de tener la mayoría de la población cristiana, la mitad vive en la pobreza y muchos emigran en búsqueda de una vida mejor.
Con el objetivo de llevar la Palabra de Dios y proporcionar un cambio de vida en la comunidad filipina, la Iglesia Universal del Reino de Dios se instaló en el país en 1995. Actualmente, cuenta con 5 Iglesias y 2 núcleos en la Capital Manila, incluyendo una catedral que reúne a más de 1.300 personas.
Según el responsable del trabajo evangelístico del país, obispo Wladimir Nunes, los principales problemas relatados por el pueblo de la región ni bien llegan a la iglesia, son la falta de empleo, miseria, problemas familiares y alcoholismo. Pero, el obispo afirma que cuando usan la fe en el Señor Jesús, el milagro sucede: “En las reuniones las personas han abierto los ojos al hecho de que Dios desea que tengan una vida abundante. Una vez que entienden que Dios como padre, no desea ver a sus hijos enfermos, derrotados, viviendo una vida de miseria y fracasos, empiezan a luchar por la fe y los resultados han sido grandiosos.”
La vendedora, Armillah Avila, es una de las personas que alcanzaron resultados por la fe. Ella cuenta que vivía con depresión por sus problemas financieros, pero al participar de las reuniones de la iglesia, en poco tiempo, sus ventas se multiplicaron. “Además de las ventas, mi marido consiguió un excelente empleo y conquistamos nuestra casa propia, en un lugar mucho mejor del que vivíamos antes”, detalla.
Con la empresaria, Jocelyn Bulanadi (foto a la derecha), no fue diferente. Siendo inmigrante, vivía en condiciones precarias hasta conocer la IURD en 1999. “Yo realmente vi el poder de Dios en las oraciones de los pastores. Hoy, yo tengo mi propio negocio de transporte y cuento con más de 11 autos trabajando en la ciudad. Compré 3 casas en Manila, 2 autos y estoy construyendo dos casas en la playa. Solo tengo agradecimiento hacia Dios y a la Iglesia Universal del Reino de Dios”, concluye.
Además del apoyo espiritual, la IURD también se preocupa por las víctimas de las catástrofes naturales. Todo el año el país es afectado por tifones que azotan entre junio y noviembre, ocasionando grandes inundaciones y aislando muchas comunidades. En estas situaciones, un grupo compuesto por más de 200 voluntarios de la IURD, visitan a los necesitados distribuyendo donaciones y esperanza a miles de refugiados.
Sea en América, Europa, África, Asia… sea donde sea que la Iglesia Universal pueda llegar, allí también llegará el poder de Dios proveyendo liberación, conversión y un Encuentro verdadero con el Señor Jesús a todos los que lo necesitan.