El derecho de primogenitura en los tiempos bíblicos no garantizaban solamente una parte mayor de la herencia, sino también el liderazgo sobre la familia. Y el sueño de Jacob era ese, ser el primero.
Hijo de Isaac y Rebeca y nieto de Abraham, luchaba desde el vientre con su hermano Esaú. La disputa entre los dos siempre fue tremenda.
Jacob era el protegido de su madre Rebeca, quien lo ayudó a engañar a su padre Isaac y obtener la bendición que debería ser concedida al hijo mayor Esaú. Jacob robó el derecho de primogenitura de Esaú (lea Génesis 25:27), y más tarde se volvió un fugitivo debiendo huir a la casa de su tío Labán, ya que Esaú, al saber que él había sido bendecido en su lugar, se llenó de ira y prometió matarlo.
Jacob buscó que las cosas le salieran bien. Pero aparentemente le salieron mal. Fue inmaduro, mentiroso y usurpador. Había sido bendecido, pero estaba sin casa, sin familia y sin trabajo. ¿Qué futuro podría haber para este hombre?
Camino hacia la casa de su tío Labán, hizo un voto con Dios diciéndole que: “si el Señor lo guardara, le diera pan para comer y lo sustentara durante toda la jornada, él sería diezmista, y, el Dios de su padre, sería su Dios.”
Oración respondida
Dios escuchó la oración de Jacob. Él se volvió un hombre bendecido, próspero y rico. Fue bendecido no solo económicamente, sino también en su vida sentimental.
Jacob quería las bendiciones que debían ser de su Hermano Esaú, pero no fueron sus planes, sino las bendiciones de Dios, las responsables de su prosperidad.
Después de 20 años trabajando para su tío, había algo en el corazón de Jacob que demandaba tomar una decisión: necesitaba reconciliarse con su Hermano. Y ese deseo estaba en su corazón desde que se fue de la casa de su padre. Momento en el cual hizo su voto: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje (…), y si volviere en paz a casa de mi padre, el Señor será mi Dios.” (Génesis 28:20-21)
De regreso en su tierra, Jacob es recibido por su Hermano y es perdonado. Pero antes de ese regreso había otro encuentro que Jacob precisaba tener: un encuentro con el Dios de su padre y de su abuelo. Y fue en el Vado de Jaboc que ese encuentro se hizo realidad. Él luchó con un Ángel y lo venció (lea Génesis 32:22-32).
Las promesas de Dios
Jacob no tenía hogar. Dios le Dio una tierra… “… la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.” (Génesis 28:13).
Tampoco tenía familia. Dios le dio una descenencia… Jacob tenía miedo. Tenía un futuro incierto, pero Dios prometió protegerlo donde quiera que fuera. “He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.” (Génesis 28:15)
En hebreo, el nombre Jacob es Yaakov, cuyo significado es “aquel que luchó y venció”.