Hablando humanamente, los gritos y las trompetas no derriban murallas. Sitiar a una ciudad durante siete días como táctica de guerra era inútil.
Pero…
“POR LA FE cayeron los muros de Jericó después de ser rodeados por siete días…” Hebreos 11:30
La fe hace que un pequeño acto tenga un gran impacto. La fe puede cambiar en cuestión de días lo que no ha sido posible cambiar durante años. La principal característica de la fe es la OBEDIENCIA A LA DIRECCIÓN DE DIOS, no importa si tiene sentido o no.
Aquí está el secreto, tener fe para obedecer a lo que Dios manda si importar si es lógico. Dios envió a Moisés a ponerse frente al ejército más poderoso, que era Egipto, solamente con un palo en su mano. Faraón era el más poderoso de esa época, y Dios le dijo a Moisés que con esa vara haría las señales. Algo muy simple.
Trayéndolo a los días de hoy, una persona que tiene cáncer, que es su muralla, y para lo que aún no ha encontrado la cura, se hace análisis, entra en las mejores máquinas y no hay sanidad, no sucede nada. Entonces esa persona viene a la iglesia, cree, es ungida ¡y es sanada! “Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará…”, Santiago 5:15.
Cuando regresa al médico a hacerse otra vez los análisis, ¡no tiene nada! Los de afuera nos califican como locos. ¡Imagínese!, habiendo ido antes a los mejores hospitales y habiendo hecho los mejores tratamientos sin resultado, la persona es curada por la unción con el aceite consagrado.
Josué obedeció y las murallas cayeron. Si usted quiere que LA MURALLA EN SU VIDA caiga, ¡obedezca la dirección que viene del Altar! Serán 7 días, comenzando este lunes hasta el domingo. Si usted cree, ¡manifieste su fe!
Me imagino el ruido que habrán hecho las murallas de Jericó al caer. Una vuelta por día en silencio y, al séptimo día, siete vueltas, hacer sonar las trompetas y dar un fuerte grito.
El Arca iba adelante, por eso, este lunes el Arca va a entrar. Si es posible, venga a la iglesia durante estos siete días porque sus murallas van a caer.
La fe es la OBEDIENCIA A LA DIRECCIÓN DE DIOS, no importa si tiene sentido o no, y, para recibir el Espíritu Santo, tengo que obedecer a lo que Dios dice.
La obediencia lo es todo. ¿A quién no le gusta que sus hijos le obedezcan? Y, si a nosotros nos gusta, ¡imagínese a nuestro Padre! Pero no es obediencia a una doctrina o a una religión, sino a la Palabra de Dios. Las personas que dan testimonio dicen que obedecieron a todo lo que les dijeron, y el pastor, cuando les habló, lo hizo no por sus propias palabras, sino por la Palabra de Dios.
Dios sabe lo que dice. “Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos”
(Isaías 55:9).
Si usted obedece y usa la fe, el Espíritu Santo desciende sobre usted. Obedezca. ¡Ese es el secreto para tener el Espíritu Santo y una vida nueva!
Piense en eso.
Dios le bendiga.