Johann Sebastian Bach murió sin ver el éxito que merecía su trabajo. Aunque fuera reconocido y se tratara de un músico eximio e inteligentísimo, la población siempre lo vio más como un buen profesional de la tradicional familia Bach.
Johann nació en 1685, en la ciudad de Eisenach, en el interior alemán, en una familia que contabilizaba, desde el siglo XVI, a 26 músicos conocidos popularmente. Su padre, un músico admirado en la ciudad, le enseñó al muchacho, que aun era un niño, a tocar el violín y la guitarra, además de leer y escribir partituras.
Educación en Dios
La familia de Johann respetaba mucho la religión. Entendía que la mejor educación para los niños la brindaría el cristianismo. Johann estudió en el mismo colegio en el que, 200 años antes, había estudiado Martín Lutero.
A los 9 años perdió a su madre, y a los 10, a su padre. Desde entonces lo crió un tío, organista en la ciudad de Ohrdruf. Ese tío lo llevó a vivir a la ciudad en la que trabajaba y le dio continuación a la formación musical y espiritual de Johann. A los 10 años, Johann tenía como pasatiempo leer los evangelios en latín.
Cuando cumplió los 15 años, Johann fue matriculado en otro colegio cristiano, donde profundizó sus estudios en música y formó parte del coro. En esa época, estudiaba en un nivel más avanzado que su hermano 3 años mayor. Su inteligencia era tanta que, cuando cumplió los 18 años, fue contratado sin concurso como organista de una iglesia.
Trabajo en Dios
Johann era un músico brillante que, a pesar de encantar a los espectadores desde hacía mucho tiempo, siempre buscaba estudiar más. En una de sus iniciativas de terminar su educación, viajó a otra ciudad durante 4 meses, a fin de estudiar con un organista de quien era admirador. Como resultado, fue demitido.
Su talento como intérprete y compositor no lo dejó desempleado por mucho tiempo. Enseguida fue admitido como organista en Mühlhausen, donde intensificó su trabajo creativo y comenzó su gran obra cristiana.
El talento de Bach – ahora más famoso – lo condujo como organista, violinista y compositor a la corte de Weimar. Fueron 9 años difíciles, debido al fuerte temperamento del músico y del duque. Después de esa experiencia, el músico se mudó a la corte de Köthen.
La realeza de Köthen era más amigable, pero calvinista. Lo que obligó al compositor a interrumpir su creación de música cristiana y concentrarse en piezas instrumentales. Aunque eso disgustaba a Bach, fue un período muy productivo.
Bach enviudó y se casó con una corista que lo influenció, nuevamente, a componer piezas cristianas. Para entonces, él se trasladó a Leipzig, donde fue profesor y director musical de la iglesia hasta el final de su vida.
Bach fue víctima de cataratas y, después de cirugías sin éxito, perdió la visión casi completamente. En esa época, el músico de 65 años, era conocido como un gran intérprete, pero un pésimo compositor. El pueblo decía que sus obras no eran originales y que siempre recurrían al mismo tema, en general, el cristianismo.
Él tenía 20 hijos, resultado de dos matrimonios. Era brillante, famoso y menospreciado. Compuso más de 200 cantatas, pero no cayó en el olvido después de su muerte, en 1750.
Bach fue “resucitado” en 1829, cuando Felix Mendelssohn dirigió sus obras. A partir de entonces, comenzó a ser admirado como un gran compositor. Entre sus principales obras, están “Jesús, Alegría de los Hombres”.
Todos los manuscritos encontrados de Bach comienzan con las letras “J.J”, de “Jesu, jiva” (en castellano, “Jesús, ayúdame”) y entre comillas “S.D.G.”, de “Soli Deo Gloria” (Solamente a Dios sea la Gloria).