Que podemos aprender del maestro
Muchas veces miramos a Cristo solo como alguien que dio la vida por nosotros. Pero muriendo en la cruz, no fue solo salvación lo que nos concedió… Él nos muestra varios ejemplos a seguir, así que analicemos algunas de las facetas de Jesús. Pero esta vez, no desde el punto de vista divino, sino más bien como ser humano… y veamos cómo lidió con situaciones que nosotros pasamos todos los días.
Con tan poco tiempo en la Tierra, el personaje más importante de nuestra historia, sabe como nadie lo que es actuar con humildad, serenidad, amor, perdón, benevolencia y calma.
Para entender un poco más sobre Jesús es necesario- además de leer los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan- reflexionar también sobre Sus actitudes. Con Él podemos aprender a respetar, comprender, tener misericordia y, principalmente, dominar nuestras emociones para no ser influidos por éstas.
Sorprendente
Jesús sorprendía a la gente. Él observaba lo que tenían de bueno. Él escudriñaba el alma humana y veía a través de una lente que solo permite ver con una mirada de amor. Sus discípulos son los mayores ejemplos de esto. Él eligió personas ignorantes, problemáticas, impulsivas y las transformó en modelos a seguir. Es Importante recordar que Juan, uno de sus discípulos, conocido por el amor y la benevolencia, fue uno de los que en un momento le preguntó a Cristo: “… Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?” (Lucas 9:54)
Si Juan tuvo actitudes así… ¿qué se podría esperar de los otros hombres que lo seguían? Pero Cristo los transformó.
Por lo tanto, Jesús no está buscando super- hombres, ni super-mujeres. El está buscando personas con defectos, incoherencias, pecados, y los invita a seguirlo. Y solamente siguiendo al Maestro es que podemos pasar de modelos imperfectos a ser referencias para los demás.
Imagen
Jesús atendía a todos los que lo buscaban. No dejaba que nadie se fuera de su presencia sin que fuera curado y se llevaran una buena impresión de Él. “Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.” (Marcos 1:32-34)
¿Cómo hemos actuado con nuestro semejante? ¿Qué ejemplos hemos dado dentro de nuestra familia, en el trabajo, en la iglesia y con amigos? Jesús cambiaba la vida de las personas para mejor. Él curaba, liberaba, exhalaba amor, serenidad. Y ¿nosotros? Nuestra presencia y actitudes han surtido los mismos efectos benéficos en la vida de quienes nos rodean?
Humildad
En un gesto de humildad, Jesús lavó los pies de sus discípulos. En Juan 13:15, Jesús dice: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.” ¿Hemos sido humildes en nuestras acciones? ¿Tenemos la fe y el discernimiento suficiente para saber que: …si, en una de esas, salimos de nuestra posición para hacer un acto de compasión y amor, estaremos enseñando a quienes nos rodean a actuar como Cristo?
Serenidad
Jesús sabía cuál era el propósito de haber venido a la Tierra. Sabía que llegaría el día en que iba a morir crucificado. Lo interesante es que Él era un carpintero y sabía cuánto podía herir un clavo, cuán pesado era el madero y que los martillazos pueden resonar durante un buen tiempo o para siempre en nuestras mentes. Pero aún sabiendo que pasaría por el dolor de la muerte, Él optó por dirigir sus pensamientos en lo que vería después, y jamás se dejó dominar por la ansiedad de los dolores futuros. En ningún momento fue áspero con quien lo buscaba, al contrario, cambió los pensamientos de dolor por palabras de amor.
Usted ¿es capaz de mantener la serenidad aún cuando es asolado por avalanchas de problemas? ¿Ha esperado en las promesas o se ha angustiado con las pruebas?
Incentivador
La competencia que hay en todas las esferas de la vida, hace que muchos de nosotros seamos desconfiados respecto a los demás. Pero Jesús se preocupaba por incentivar a reflexionar a quien lo seguía para ser mejor. Y estimuló a sus discípulos a hacer obras mayores que las de Él… ¿Hemos incentivado personas a nuestro alrededor a crecer, a evolucionar, a intentar llegar a una plataforma mejor que la nuestra?
Perdón
El perdón y el amor van de la mano. Y el Maestro del amor también es el Maestro del perdón. Él nos enseñó a perdonar cuántas veces fuera necesario, y aun estando en la cruz del calvario, donde humanamente hablando solo había lugar para la indignación contra esa situación, encima Jesús clamó al Padre para que perdonara a sus perseguidores.
Si Jesús fue capaz de perdonar a esos hombres, qué motivos tenemos nosotros para no perdonar y guardar resentimiento contra alguien que nos hirió de alguna forma?
Línea directa con los cielos
Aun predicando, curando, liberando y cumpliendo su misión en la Tierra, Jesús precisaba un momento a solas con Dios. Y no dejó de llorar, de clamar, ni de exponer lo que sentía… Hay momentos en nuestras vidas en que tenemos que ir a un lugar tranquilo y buscar en Él fuerzas para seguir adelante, para atravesar desiertos.
Él no se rindió
Jesús tenía todos los motivos para rendirse, pero eligió seguir adelante. Él tuvo miedo de enfrentar la muerte, se sintió solo y cuestionó al Padre “…Porqué me has desamparado”. Lloró por la muerte de su amigo Lázaro. Fue tentado por satanás mientras pasó hambre. Fue incomprendido por muchos, odiado por otros e ignorado hasta hoy por quienes no lo aceptan como el hijo de Dios.
Ejemplo
Que nos detengamos en seguir su ejemplo de mirar al prójimo como a un hijo de Dios. Mirar el desierto y ver lirios donde solo hay aridez. Sembrar semillas que puedan dar buenos frutos. Actuar con amor y mansedumbre, y no dejar que situaciones externas sacudan y debiliten nuestro lado emocional.
Ese Jesús de quien hablamos es el mismo Jesús de la Biblia, el hijo de Dios. El mismo que nos ve caminando agotados y sin perspectivas por el desierto de la vida, Él nos invita a beber de las aguas inagotables de sus fuentes, a descansar en su hombro y a encontrar comprensión y sabiduría en sus palabras.