Prevéngase de los males, envolviéndose con el Señor Jesús
Cuando se es joven, la cabeza hierve de preguntas. El período de la adolescencia, que antecede a la edad adulta, está marcado, muchas veces, por la rebeldía. El joven se pregunta si no hay respuestas para sus cuestionamientos y, enseguida, busca formas equivocadas de atenuar un sufrimiento que no entiende.
En esos momentos es que el adolescente se involucra en las drogas, el alcohol, la prostitución, el crimen. Vea el caso de la joven Emilia Vargas (foto), de 27 años. Nacida en Barra do Piraí, Río de Janeiro, quien desde muy temprano, a los 14 años, se implicó en un mundo cruel, desde el cual no veía salida.
Ella cuenta que era muy golpeada por su padre y la madrastra y buscó la salida de sus problemas usando drogas: “Hui de casa, pero ya tenía el vicio de la marihuana y cocaína. Me mezclé con el crack y el alcohol. Llegué a querer suicidarme.”
Emilia llegó dirigir una facción criminal en el litoral de San Pablo y sólo encontró una salida cuando entró a la IURD, a través del grupo Fuerza Joven. “No es fácil salir, pero el Señor Jesús me abrazó y me acogió. Hoy puedo decir que estoy libre.”
Esta joven es el ejemplo clásico de alguien que se perdió, pero, felizmente, tuvo tiempo para encontrarse. Lo mejor hubiera sido no llegar a involucrarse en ese mundo. Como dice un dicho popular, “mejor es prevenir, que curar”. Y ¿cómo el joven puede prevenirse y evitar estos problemas? La respuesta es una sola: involúcrese con el Señor Jesús.
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