Todos los días, la Universal recibe a familias que están al borde del colapso. Pero gracias al poder de Dios, a través de la fe y la perseverancia, logran lo imposible. Graciela Pereyra nos cuenta su historia y la de su familia:
“Antes estaba muy triste y por eso me volví una mala madre. Estaba tan mal que intenté quitarme la vida más de una vez, incluso quise matar a mi esposo”, comenta ella.
“Era muy agresiva, me llegó a tirar un plato y me pegó en la cabeza, tuve que ir al hospital”, afirma él.
Ella empezó a maltratar a sus hijos: “Los insultaba, había planeado matar a mis hijos, a mi marido y suicidarme. Pero una noche encendí la televisión con un cuchillo en la mano. Vi un testimonio en el que una familia había sido reconstruida y al día siguiente fui. Al principio no fue fácil. Pero perseverando mi carácter fue cambiando. Mi matrimonio fue restaurado, amo a mis hijos, todo lo malo quedó atrás, gracias a Dios”, concluye.
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