El mundo se encuentra en estado de shock por la epidemia de Ébola que azota a África Occidental y amenaza con extenderse a los demás continentes. Más de 1700 infectados y 932 muertos son, al cierre de esta edición, las cifras que ha dejado el rebrote de esta enfermedad, que tiene una tasa de mortalidad que ronda el 90 por ciento.
El Centro de Control de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) afirma que el virus evoluciona muy rápidamente y que se puede propagar “como reguero de pólvora”.
¿Dónde surgió esta enfermedad? Los últimos estudios demostraron que el virus se desarrolló en murciélagos frugívoros de la zona de África Central y pasó a humanos a través de la caza o de la preparación de alimentos que lo tienen como lujoso ingrediente. Luego, el contagio entre humanos se produjo a través de fluidos y secreciones corporales.
El principal problema que enfrentan los médicos que luchan frente al virus es la costumbre, muy arraigada en África, de lavar a los muertos antes de su entierro. La mayor cantidad de contagios se produce al entrar en contacto con los cuerpos de personas que murieron por la enfermedad.
Los gobiernos se mueven contrarreloj para evitar que el virus atraviese sus fronteras. Un ciudadano liberiano llamado Patrick Sawyer llevó, sin saberlo, al Ébola a tierras nigerianas. Fue tratado en un hospital y murió sin diagnóstico. Las autoridades están desesperadas buscando a las decenas de personas que estuvieron en contacto con Sawyer, desde la persona que le selló el pasaporte en el aeropuerto de Lagos, hasta las enfermeras que lo trataron en el hospital, porque pueden haberse contagiado.
Las tropas de paz de la Unión Africana, en constante rotación para garantizar la estabilidad en ciertos países de la región, debieron suspender sus movimientos de personal para evitar contagios indeseados, a la vez que desplegan un batallón en la frontera con Somalía para evitar que infectados ingresen a su territorio.
Los virus no conocen fronteras, nacionalidades o pasaportes, solo buscan la brecha para infectar y destruir lo máximo posible. Ante ese escenario, los gobiernos deberán trabajar en conjunto para defenderse de esta amenaza, dejando de lado diferencias y prejuicios. De otra forma, será muy difícil vencer a un enemigo que es invisible, pero que causa una gran destrucción.
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