“Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros.”
(1 Pedro 5:7)
Cuando la persona se vuelve ansiosa, queda rehén de la duda, rehén del miedo y, claro, afligida. En ese estado de espíritu, es imposible tomar posesión de los beneficios de la fe. La fe sobrenatural es una energía positiva, la duda una energía negativa, que neutraliza la acción de la fe.
Quien se deja llevar por ese estado no logra nada, porque la ansiedad, que es una duda disfrazada, ha neutralizado su fe. Y sin fe es imposible agradar a Dios y conquistar sus beneficios. Guarde su corazón de los malos pensamientos, de las contaminaciones de este mundo, de lo que viene contra su fe. Él lo ha cuidado a usted. Deposite sobre Él toda su ansiedad.
Su fe es lo que permite su comunicación con Dios, no deje que se contamine con la duda. Ármese con las herramientas de la fe, de la confianza, de la certeza de que Dios realizará lo que Él prometió que realizaría. Usted se alimentará de la Palabra de Dios y, así, tomará posesión de Sus promesas. Siembre, haga lo que tiene que hacer, pero confíe en que Él realizará sus sueños. Elimine la duda. Usted entregó todo en las manos de Dios, entonces, está en Sus manos. ¿Por qué tener miedo?
No se preocupe ni se aflija. Si lo entregó, espere la solución. Y confíe.
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Elimine la duda y confíe. La ansiedad neutraliza el poder de la fe.
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(*) Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo.
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