… le haré ayuda idónea para él. Génesis 2:18
Dios no hizo simplemente una mujer para el hombre. Él le hizo una ayuda idónea. Si buscamos a fondo el significado de estas dos palabras, vamos a encontrar como sinónimos de ellas, respectivamente, “quien providencia lo que falta” y “capaz”.
Por consiguiente, podemos afirmar que Dios creó para el hombre a alguien capaz de providenciarle lo que le falta. Notamos que la mujer ejerce un papel esencial e indispensable para el hombre, de tal manera que, sin ella, le falta algo, sin lo cual él no puede vivir.
Una ayuda providencia aquello que es básico, vital, y que no puede faltar de ninguna manera. Si ella fuese responsable por providenciar lo superfluo, sería dispensable, y Dios no necesitaría crear una para el hombre. Entonces, ¿cuál sería la necesidad más básica, vital e indispensable del hombre, a no ser su pan de cada día?
La mujer ayuda al hombre en su pan de cada día desde su nacimiento. Al nacer, él ya se apega al seno de la madre, sediento por el alimento que le dará la energía necesaria para vivir y desarrollarse.
Cuando crece, continúa teniendo esta necesidad suplida por su madre, que diariamente prepara sus comidas. Pero debido a la acción del tiempo, la madre no podrá suplir esa necesidad de su hijo para siempre. Es entonces que entra el papel de la esposa: ella sustituye a su suegra en lo que se refiere a suplir la necesidad del hombre. Por eso, también está escrito:
Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Génesis 2:24
Lo que todo hombre quiere de su mujer es que ella ejerza ese papel instituido por el propio Dios, de forma simple y habitual, pero de extrema importancia para su vida. Esta es una manera eficaz de estrechar la relación entre la pareja, por ser algo constante, y, aunque rutinario, muy significativo. Tales momentos, cuidados y atención no suplen solo la necesidad física del hombre, sino también la afectiva, psicológica y espiritual.
La asistencia que la esposa le da a su marido dentro de casa hace que él recargue sus energías para poder vencer y dominar todo el mundo.
Una verdadera ayuda providencia lo que le falta, y no se enfoca en buscar lo que ya se tiene. Su preocupación está en llenar los espacios vacíos, y no en querer hacer lo mismo que el marido.
Más allá de eso, ella está siempre atenta a la necesidad de su compañero, porque en eso se resume el verdadero amor. Y, por encima de todo, ella se dispone a cumplir el papel designado por Dios, no dejándose llevar por el papel que la sociedad le impone. Esa sí, es la ayuda idónea que todo hombre quiere – y necesita.