La benignidad es otra expresión de profundo amor cristiano, pues se caracteriza por la flexibilidad de tratamiento gentil y cauto con todo tipo de personas, sin importar si son o no cristianas. Muchas veces, el nuevo convertido se cierra exageradamente delante de los no cristianos, impidiéndoles ver la benignidad de Dios a través de su propia vida.
“Los frutos” del Espíritu son el carácter de Dios, que debe ser visible para aquellos que nada tienen que ver con el Señor Jesucristo, con el fin de que ellos puedan ver a Dios a través de nosotros. La benignidad refleja una educación cristiana purificada que glorifica a Dios.
Una persona benigna jamás demuestra intransigencia hacia los demás porque sabe que son las circunstancias de la vida las que provocan las diferentes reacciones. Siendo así, por causa del Espíritu de amor que en ellas habita, hay complacencia y comprensión en sus relaciones.
Creo que la cosa más linda del cristianismo es sentir el perfume del Señor Jesús a través de la comunión con Su pueblo en la iglesia, es entonces que podemos ver todas las diferentes formas de amor, a través de los frutos del Espíritu Santo, manifestándose en cada uno. Sin embargo, no podemos olvidarnos de que esta misma situación debe ser transmitida por donde quiera que vayamos, porque el Señor Jesús dijo:
“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” Mateo 5:16
Esto significa que Dios es glorificado por las buenas obras, no por la caridad solamente; sino más, mucho más, por los frutos del Espíritu que fluyen de Su pueblo.
(*) Texto extraído del libro “El Espíritu Santo”, del obispo Edir Macedo.
Participe del Ayuno de Daniel, para que el Espíritu Santo repose sobre su vida y haga de usted Su morada.
Del 14 de agosto al 03 de septiembre.
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