No hay país en el mundo que produzca tantas películas post-apocalípticas como Estados Unidos. Explosiones nucleares, epidemias que transforman personas en seres rabiosos y caníbales, seres extraterrestres que aterrizan en el planeta Tierra para destruirlo. Y, curiosamente, la nación norteamericana siempre es el escenario principal.
“La carretera”, dirigida por John Hillcoat, es una película tímida, no hay tantas escenas como los acontecimientos descriptos anteriormente. La primera imagen muestra un jardín colorido con bellas flores y árboles en su más intenso verdor, repletos de hojas, simbolizando, supuestamente, la vida.
Sin embargo, la escena es solo un recuerdo del personaje protagonizado por el actor argentino, Viggo Mortensen. En el tiempo en que transcurre la filmación, el mundo es un inmenso vacío ceniciento, que quedó de esa manera después de que un cataclismo afectó al planeta, devastando a la naturaleza. Nadie sabe exactamente lo que sucedió, y es ese suspenso el que dirige la trama.
En ningún momento se citan los nombres de los personajes, pero difícilmente el telespectador siente la falta de ese detalle. En un mundo carente de vida, los datos de ese tipo son irrelevantes. El guión se focaliza en la intensa relación de un padre y su hijo, que, después de que la madre se suicida, van rumbo al litoral, siguiendo una carretera llena de obstáculos.
Casi toda la humanidad perdió la esperanza, y, con ella, la decencia y la dignidad. Lo importante es sobrevivir, aunque para eso sea necesario robar o matar a otras personas para alimentarse. La mayor lección que el padre le enseña a su hijo durante la travesía es la de tener bondad, característica que los diferencia del resto de las personas, que simplemente vagan al azar, devorando a sus semejantes.
“La carretera” es una parodia de la vida real. En un mundo corrompido, en que la esperanza desaparece, siempre es posible encontrarla entre los niños. El padre, preocupado en proporcionar seguridad a su hijo y prepararlo para su ausencia posterior, le muestra que a veces es necesario ser firme y abandonar la inocencia. Muchas escenas pueden parecer crueles, pero solamente ilustran el ciclo de la vida y la transmisión de enseñanzas de un padre a su hijo.
La película enseña que, cuando un ambiente hostil rodea a las personas, es posible diferenciarse buscando la bondad en los actos, y que esta, a su vez, no debe excluir la severidad. Para atravesar “la carretera” de la vida y todos sus obstáculos con éxito, es necesario saber conciliar esas dos características.
Vea el tráiler: