El camino es tortuoso y complicado. Son horas manejando entre montañas y senderos de tierra que, muchas veces con baches, que hacen del viaje un test de perseverancia. Con pasajes peligrosos, el camino presagia lo que los casi 30 voluntarios encontrarán al llegar a su destino: un pueblo carente y lejano. Toxtla se encuentra en el municipio de Chiconcuautla, Estado de Puebla, a más de 200 kilómetros de la capital mejicana. El viaje es largo, pero, en esa oportunidad su peso es leve. La sonrisa de los niños es la recompensa.
Una vez más la Escuela Bíblica Infantojuvenil (EBI) mejicana asumió el compromiso de hacer la diferencia en la vida de los niños necesitados llevando apoyo material y espiritual.
“Somos pobres, no tenemos nada. No hay nada para comer. Tenemos muy poco”, explica Florinda, una de las madres de la región. “Les agradezco en nombre de todos los niños. Gracias por todos los regalos. Nunca nos trataron así.”
Conociendo las dificultades financieras del poblado, los voluntarios les regalaron aproximadamente a 500 niños kits con material escolar, golosinas y juguetes. Además, hicieron oraciones, juegos y presentaron un musical que animó a todos los presentes.
El principal objetivo de la EBI es presentar la Palabra de Dios a los niños y enseñarles a respetar al Señor. Así, los pequeños serán hombres de fe y llevaran al mundo a un mejor estado, siempre guiados por Dios.
“Para mí, ver sonreír a un niño es ver la presencia de Dios en cada uno de ellos”, dice la coordinadora Taís Cañas. “Todo lo que queremos es llevar la Palabra de Dios y la alegría al corazón de cada uno de ellos.”
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