Un relevamiento afirma que estas personas presentan mejorías en su salud mental, y progresan físicamente.
Un estudio publicado recientemente por la revista Journal of Religion, Disability & Health afirma que, sea que se trate de hombres o de mujeres con algún tipo de enfermedad crónica, la fe mejora la salud. Sin embargo, el cultivar la espiritualidad afecta a cada uno de manera diferente.
Según la investigación, profesar una creencia trae resultados positivos para la salud mental de las mujeres, mientras que para los hombres, la mejora también se refleja físicamente.
En otro estudio, realizado por la Universidad de Wisconsin-Madison, en los Estados Unidos, se constató que las oraciones ayudan a las personas a lidiar con situaciones difíciles, como las enfermedades, por ejemplo.
En la evaluación de Stephanie Reid-Arndt, investigadora de la universidad, tales descubrimientos afirman la idea de que quienes tienen una creencia espiritual logran lidiar mejor con las consecuencias negativas de una enfermedad.
Para profundizar el análisis sobre la relación entre religión y salud, un equipo de científicos analizó el comportamiento del hombre y el de la mujer, a la hora de usar la espiritualidad o la religión para lidiar con enfermedades y deficiencias, como ser: un derrame, leucemia o lesiones cerebrales.
Los estudiosos reclutaron 168 personas, mayores de 18 años, que enfrentaban alguna enfermedad. Entre éstas, 61 presentaban daños cerebrales, 32 eran víctimas de derrame, 25 presentaban daños en la médula y 25 tenían cáncer. El restante de los voluntarios, que también fueron evaluados, era de familiares que estaban haciéndose exámenes médicos de rutina.
Después de analizar el grado de espiritualidad de los participantes del estudio, los investigadores midieron el nivel de salud mental y física a través de un cuestionario.
En el caso de las mujeres, la mejora en la salud mental fue asociada a ritos espirituales diarios, como la práctica del perdón y el uso de la fe para la solución de los problemas.
Por su parte, los hombres presentaron una mejora al encontrar soporte social en grupos de oración dentro de iglesias y congregaciones, y asistencia religiosa en los hospitales.
Basados en las respuestas de los voluntarios, los científicos observaron que aquellos que afirmaron creer y amar a Dios presentaron resultados bastantes positivos.