Empresaria transformó su vida después de la Hoguera Santa
Lo imposible puede hacerse posible cuando confiamos en Dios y colocamos toda nuestra fe a Su disposición. El sacrificio incluye un acto de renuncia voluntaria, a pesar de traer dolor, a una cosa a cambio de otra mucho más valiosa.
Fue en este propósito que la empresaria Tatiana Teodoro Eleotério da Silva, de 33 años, miembro del Cenáculo del Espíritu Santo de Ribeirão Preto, en el interior de San Pablo, transformó su vida en una de las Campañas de la Hoguera Santa y hoy, cuenta esa experiencia por medio de su testimonio.
Tatiana pasó por una infancia y adolescencia turbulentas. “Tuve una infancia sufrida, no tenía dirección, me relacioné en el crimen, consumí drogas, realicé asaltos y comencé a traficar. También, en ese período, fui madre soltera, dejaba a mi hijo con mi madre para salir y “disfrutar la vida” Estaba vacía y era infeliz”, relata.
Conoció a su esposo en una de esas noches de salida para “disfrutar”. La relación no era saludable y Tatiana corrió riesgo de vida. “Fuimos a vivir juntos y de prestado, porque no teníamos dinero para nada. Las agresiones verbales y físicas eran comunes. Me acuerdo que en una de esas peleas él intentó matarme, ató una soga a mi cuello y me arrastró manejando una camioneta por unos metros en un bosque. Yo también intenté el suicidio algunas veces, no imaginaba que existiera una vida diferente”, cuenta.
La vida de Tatiana y de su esposo, comenzó a transformarse cuando ella empezó a oír la Palabra de Dios. “Fue una madrugada de insomnio que vi, por la televisión, un programa de la IURD y me decidí a participar de una reunión. Fui muy bien recibida y orientada, y con el tiempo logré liberarme. Pero, en una Campaña de Israel mi vida fue transformada. Entendí lo que era el sacrificio, y todo lo que tenía no valía casi nada en ese momento: fue un anillo de oro lo que sacrifiqué. De ese día en adelante todo cambió, mi esposo fue totalmente transformado, mi hijo, que sufrió con una enfermedad rara, fue curado en el altar de Dios”, dice.
Hoy, el matrimonio está en el ramo de las cámaras frigoríficas y tiene una vida próspera. “Abrimos nuestra empresa, tenemos muchos clientes, conquisté mi casa, tenemos nuestros autos. Somos literalmente felices y, por encima de cualquier cosa, tenemos el mayor tesoro del mundo que es nuestra salvación. Eso no tiene precio. Exalto a Dios todos los días por lo que hizo por mí”, concluye Tatiana.