Como un ser humano inteligente y racional, yo no puedo aceptar tener una fe que no me lleve a ninguna parte, que no produzca absolutamente nada, que no traiga ninguna respuesta para mi vida. No puedo admitir, ni aceptar, que mi fe sea solo algo abstracto, o sea, solo una fe vana más, fútil e inútil. Tiene que haber una respuesta, una contestación, una correspondencia sobre lo que estoy creyendo. Ahora mi amigo lector, así es la fe cristiana, una fe racional e inteligente, porque se posiciona en la certeza.
El Señor Jesús, como precursor de la fe, Aquel que es el Dador, Autor y Consumador de la fe, cierto día le dijo a una higuera que no tenía frutos: “Nunca más nazca fruto de ti”. Observe que Él estaba hablando con una higuera, ¿Cómo la misma podría haber oído semejante orden del Señor Jesús, si una higuera no tiene oídos para oír? En otras ocasiones, Él también Le habló a la tempestad y a los vientos para que cesen, y se hizo bonanza inmediatamente. La fe es algo tan sobrenatural que trasciende la propia razón e inteligencia humana. Ella hace posible lo imposible y transforma situaciones, es más poderosa que las leyes que rigen en nuestro mundo físico y natural. Si tenemos fe, hablamos a las higueras, a los vientos, a las tempestades, etc., ellos nos oyen y nos obedecen. También los dolores y las enfermedades están bajo nuestro yugo, porque lo que vale, es la convicción que nosotros tenemos en Aquel que Nos Dio la autoridad, que Nos legó Su nombre, para que todas las cosas en los cielos y en la tierra estén subyugadas a Ese nombre.
Él nos dio Su Palabra como garantía y, sobre todo, la certeza y la convicción del poder de la fe. Para el hombre natural esto puede parecer una locura. Puede ser una locura para aquellos que no conocen a Dios, y tienen una fe abstracta y vacía, totalmente fuera de sintonía con respecto a Sus Promesas y que no se basan en Su Palabra.
La fe que estas personas tienen es vacía e inútil y no produce ninguna respuesta, porque está basada en los dioses de este mundo, en personas que ya murieron (que aún continúan en los sepulcros) o en vanas filosofías existentes en nuestra sociedad. Pero, la fe que trasciende a la propia razón, la fe que produce respuesta, la fe que es la respuesta, está basada en el Señor Jesús y solo en Él, en Sus Promesas y en Su Palabra. Hay que observar que cuando El Señor Jesús le habló a la higuera, la raíz del árbol se secó inmediatamente. Aunque aparentara estar frondosa, en su interior ya había sido quemada, por el poder de la fe.
Amigo lector, esta es exactamente la fe de la Iglesia Universal del Reino de Dios. Nosotros tenemos la convicción de que la espada que el Señor Jesús nos concedió es para que luchemos contra todo el mal que existe en este mundo. La espada es nuestra fe, y este es el camino por el cual todos debemos transitar, porque Dios nos dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.” El Señor Jesús conoce todo a nuestro respecto y ya nos dio las condiciones para que tengamos la mejor vida en este mundo, y la autoridad para que alcancemos la plenitud de vida. “…Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Me dio a mí y a usted una espada, para que a través de ella, seamos vencedores. Con esta usted puede arrancar todas las enfermedades y todos los problemas que enfrenta.
Con esta fe, usted tiene la autonomía y la libertad, para que nunca más esté subyugado a nada, ni tampoco a la religión, a filosofías, sea la que fuere o quien quiera que sea, porque pasa a ser una persona autosuficiente en Cristo, pasa a ser guiado por el Señor Jesús y a ser orientado por el Espíritu Santo.
Nuestra fe es viva. Nuestra fe es reivindicatoria. Ella es la espada contra el diablo y contra todos los demonios. Por eso, amigo lector, abandone todas las filosofías, las sectas, las liturgias, el cristianismo social, que solo presenta belleza, pero que no tiene ningún contenido, es hueco y podrido. ¡Basta de ser esclavo de las religiones de los hombres! Nadie tiene el derecho de dictarle normas, porque la libertad es un derecho de aquel que cree y vive por la fe.
Nuestro Dios es vivo, y Jesús es la verdad que libera. Está escrito: “…conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.”. Es en esta libertad en la cual usted vivirá, porque usted se transformará. Y nunca más será inducido por nada, y mucho menos será un juguete en las manos de los hombres, porque será orientado por el Espíritu Santo.
Su fe tendrá fundamento, porque recibir la respuesta de Dios es un derecho de aquel que cree. Si usted piensa en actuar por la fe, vivirá con la convicción y la certeza de la fe, porque el Espíritu del propio Dios lo guiará y le dirá lo que debe hacer, lo que está bien y lo que está mal. Usted vivirá en la luz de la verdad y nunca más andará en la oscuridad de este mundo, que no ve nada y no entiende nada, porque no conoce la verdad y se deja seducir por la mentira, donde la mayoría de las personas, tienen ojos y no ven, tienen oídos pero no oyen.
El profeta Isaías, inspirado por Dios dijo: “He aquí que no se ha acortado la mano del Señor para salvar, ni se ha agravado Su oído para oír…”.
Y éste es el Dios en que nosotros, los de la Iglesia Universal, creemos, y al que adoramos.
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