“La Voz del SEÑOR es poderosa, la Voz del SEÑOR es majestuosa.” Salmos 29:4
“Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no eximió ni a Su Propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos concederá también CON ÉL todas las cosas?” Romanos 8:31-32
Dios no nos llama a una religión, y tampoco para continuar con la misma vida de antes.
En este pasaje de Romanos, Él nos llama al raciocinio. Si Dios fue capaz de dar a Su Propio Hijo en sacrificio por nosotros, ¿cómo no nos dará las demás cosas menores que necesitamos?
Sin embargo, está claro, CON ÉL nos concederá todas las cosas. Si alcanzamos al Hijo, alcanzamos todo el resto, ¡y eso es una garantía!
Entonces, la Voz de Dios está diciendo: prioriza a Mi Hijo y tendrás todo el resto. Prioriza a todo el resto y no tendrás nada, pues, todo lo que fuera conquistado por la fe en la promesa, y no por una entrega de vida en el Altar, vida por vida (el Señor Jesús ya dio la de Él, ahora espera que demos la nuestra), será como la casa construida en la arena, que enseguida es derrumbada y se vuelve una gran ruina.
La poderosa y majestuosa Voz del Señor está llamando a quien quiera ser de Él, para vivir por Él y para Él, y, consecuentemente, tener de Él mucho más de lo que necesita, para que, finalmente, Él sea glorificado a través de nuestras vidas.
¡Todo para el único y santísimo Dios, nuestro Señor!