No es novedad para aquellos que son de la fe que Dios es fuerte y soberano, sin embargo, lo que muchos desconocen es la fuente de esa fuerza, de donde brota tamaña soberanía.
Nuestro Dios es puro, sin mezcla, transparente, sin contaminación, sin nada más allá de lo que Él realmente es.
En Dios no existe término medio o parcialidad, Él es lo que es.
¡Él es total!
La pureza de Dios es Su fuerza, ¡Él es la propia fuerza por ser puro!
El deseo del Altísimo es que seamos tal como Él es, puros, para que de esa forma seamos también fuertes y permanentes.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando Él Se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él, se purifica a sí mismo, así como Él es puro. 1 Juan 3:2-3
Usted ya debe haber notado la inmensa diferencia entre un perfume y una colonia, ¿no es cierto?
Un perfume puro es la pura fragancia, sin aditivos, como agua o alcohol. Por no tener nada extra añadido a su esencia, ese perfume se torna mucho más caro, fuerte y con una fijación eficaz, permaneciendo en la piel del usuario durante mucho más tiempo. La colonia, por su parte, está diluida (contaminada) y eso la convierte en débil, barata y con una cortísima fijación.
Muchos que desean alcanzar la plenitud de Dios no se dan cuenta de este detalle, que es imposible ser como Él estando contaminado, alimentando malicias e intenciones propias. Esta diferencia es notoria en épocas como la de la Campaña de Israel, en la cual muchos se engañan con ofrendas sucias, contaminadas con vanidades y deseos de probarles a todos cómo logró esto o aquello, cuando en realidad deberíamos SACRIFICAR con pureza para glorificar a nuestro Dios con los resultados, con testimonios espléndidos y así engrandecer aún más Su Nombre.
El mundo considera a los puros como “débiles y bobos”, para los carnales la pureza se resume a la ingenuidad o a la facilidad de ser engañado. Pero para Dios, los puros heredarán TODO, ellos permanecerán, verán Su rostro. ¡Para Dios, los puros son FUERTES!
Por eso, hagamos este análisis, reveamos nuestras intenciones, seamos puros en nuestros SACRIFICIOS, vaciemos a los Pies de Nuestro Señor toda inmundicia, todos los pensamientos dudosos sembrados por las murmuraciones difamatorias. Seamos realmente como Él es, PUROS.
Porque Yo conozco sus obras y sus pensamientos; tiempo vendrá para juntar a todas las naciones y lenguas; y vendrán, y verán Mi gloria. Isaías 66:18
Colaboró: Bianca Carturani