Ni bien comenzó la reunión, el pasado domingo 6 de octubre, el obispo Edir Macedo realizó una oración especial por las personas mayores; la misma tuvo lugar en la Universal de la ciudad de Porto, en Portugal, donde también acentuó la ingratitud de muchos hijos hacia sus padres y la importancia del perdón.
“La ingratitud de los hijos es la misma que siente Dios, el dolor del desprecio después de que Él le diera todo a sus hijos, que fue el Señor Jesús. Por eso, si usted sufrió la ingratitud de su hijo, de su nieto o sea de quien sea, usted debe perdonar porque si usted no hice eso Dios tampoco lo va a perdonar”, alertó.
Para que todos entendieran mejor acerca de la grandeza del perdón, el obispo citó el siguiente pasaje bíblico: “si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” Mateo 5:23-24
Y explicó: “El pecado no es solo la prostitución y otras actitudes equivocadas visibles, sino lo que cargamos dentro del pecho. ¿Cómo podrá agradar a Dios una persona que tiene el corazón lleno de resentimientos, impurezas? De esa manera, su ofrenda que es su vida, no le sirve a Dios.”
El obispo también destacó que el Espíritu Santo no puede descender sobre la persona que carga resentimiento, aunque ella haga ayunos y ofrendas porque lo principal, que es el interior, está corrompido por un sentimiento maligno. “Si usted quiere ver la grandeza de Dios en su vida, usted tiene que tener la grandeza de perdonar”, destacó.
Sabiendo sobre la dificultad que es dejar las ofensas atrás, el obispo Macedo orientó a quien se encontraba herido sobre cómo hacer para liberar el perdón hacia el ofensor:
“El corazón no perdona porque siente el mal que le hicieron. Pero en su mente usted dice que perdona. Cuando usted comienza a mencionar el nombre de la persona por quien tiene el resentimiento, el corazón comienza a manifestarse, pero aun así, usted va a perdonar y a orar por el agresor. Cuando usted hace eso, el Espíritu Santo ve ese esfuerzo de fe y que usted quiere perdonar realmente, entonces Él desciende sobre su ser y calla a su corazón. Él le da un nuevo corazón, un corazón perdonador.”