“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete Espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.
Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán Conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.” Apocalipsis 3:1
La falta de la iglesia de Éfeso fue el abandono de su primer amor. La de la iglesia de Pérgamo fue el sustento de las doctrinas tanto de Balaam como de los nicolaítas. La de la iglesia de Tiatira fue la tolerancia a Jezabel. Y la de Sardis, ¿cuál era? No está explícita su falta, pero está muerta, el pecado debe haber sido tan grande, que solo un resto que ya también estaba por morir es aconsejado a consolidarse. Tal vez sea esa la segunda iglesia peor entre las demás, pues ninguna cualidad, nada a su favor, fue encontrado, a no ser el resto que estaba por morir. Puede ser que ese “resto” sea la referencia a unos pocos que no contaminaron sus vestiduras, que anduvieron de blanco junto con el Señor.
Hay quienes creen que el pecado de esa iglesia sea de orden moral, como inmundicias paganas. Nosotros pensamos que su pecado sea de orden estrictamente espiritual, tal como algo que actuaba directamente dentro del corazón del líder de esa comunidad. Su pecado estaba aniquilando espiritualmente al resto de esa iglesia. Todos sabemos que el pecado que más rápidamente destruye al cristiano es el que actúa directamente en su alma, tal como el orgullo espiritual, mucho más que los que actúan más propiamente en la carne, como es el caso de las inmoralidades sexuales que afectaron a las iglesias anteriores.
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