La producción audiovisual cumple un rol fundamental en la cultura. Es imposible pensar la vida sin acceso a la televisión, el cine o internet. Los medios son un canal a través del cual los productores y realizadores podemos contar historias, transmitir sensaciones y comunicar valores.
Detrás de las series de ficción, programas de entretenimiento o telenovelas, por nombrar solo algunos ejemplos, hay generadores de estos contenidos que buscan transmitir o comunicar algo a su audiencia.
La ficción viene siendo el formato más elegido para ver y contar historias de todo tipo, tomando los horarios centrales de la pantalla y ocupando la mayor cantidad de horas de la programación de los canales. No puedo evitar mencionar la fuerte iniciativa de los contenidos bíblicos en las telenovelas, como es el caso de Moisés y Los Diez Mandamientos, un éxito rotundo en la pantalla local, que logró contar la historia de Moisés y el éxodo del pueblo hebreo de una manera muy atractiva, transmitiendo valores fundamentales.
Argentina ha sido históricamente un país productor de contenidos de ficción, exportando a lugares impensados historias que han sido íconos televisivos. Según un informe de la Asociación Inglesa de Distribuidores de Televisión, citado en Variety y en otras importantes revistas de Estados Unidos y del Reino Unido, en 2005 la Argentina se ubicaba como el cuarto país más importante en exportar formatos y “latas” hacia el mundo.
Así, fue posible encender el televisor en México y escuchar a Los exitosos Pérez (Los exitosos Pells) hablar de “cuates” o “carros”, o bien descubrir al “mellizo” de Pablo Echarri monologando en inglés en la intensa Watch over me (Resistiré).
Si bien este año Argentina no está pasando por un gran momento de producción de ficción nacional, nuestro pasado nos avala. Será cuestión de volver a incentivar las mentes creativas que nuestro país genera, antes de que otros mercados más pudientes los atraigan y nos dejen sin nada.
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