El sedentarismo no solo ocasiona un cambio insalubre de peso corporal, sino que también causa el aumento de ansiedad, diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, trombosis, hasta depresión y cáncer, entre otros problemas de salud.
Es decir, dejar de practicar actividades físicas es lo mismo que dejar de cuidar el propio cuerpo, y la Biblia enseña “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19).
Preservar el cuerpo
La actividad física es tan importante que el conferencista Renato Cardoso reservó dos desafíos del Proyecto Intellimen para el tema. En uno de ellos, él afirma: “El hombre inteligente debe ser la imagen de la disciplina, y queriéndolo o no, la primera imagen que transmite es la de su cuerpo. Me estoy refiriendo a la buena salud, la disposición y la longevidad. Para alcanzar estos tres objetivos es esencial mantener una rutina de ejercicios”, usted puede ver cuáles son los desafíos haciendo clic aquí o aquí.
Por otra parte, el obispo Júlio Freitas (foto arriba) incentiva constantemente a sus lectores, a través de sus redes sociales, a practicar actividades físicas. En una de sus publicaciones, por ejemplo, da consejos sobre la importancia de elongar antes de hacer ejercicio y muestra cómo se debe hacer.
“Comprendo que la mayoría de las personas desconozca los beneficios y la importancia de la elongación. Pero esa rutina ha sido fundamental para mí”, afirma el obispo.
Mucho más allá del cuerpo
La Universal cree en la actividad física no solo como una herramienta para mantener la salud al día, sino también como una importante práctica para el desarrollo personal y la inclusión social a través del deporte. Por eso, el grupo de la Fuerza Joven Universal (FJU) mantiene la práctica de actividades físicas como una de sus prioridades.
El joven ucraniano BagdanVelikhanin (en la foto al lado durante una acción social en un orfanato) es un testimonio de la fuerza que el deporte posee. Fue a través del fútbol que él se acercó a la Fuerza Joven y, en consecuencia, a la Universal y a Dios.
“Crecí en una familia pobre y pasé mi infancia presenciando peleas por razones económicas, por eso crecí acomplejado. En la escuela se burlaban de mí y humillaban a mi familia por no tener condiciones económicas”, cuenta Bagdan.
Él se convirtió en un joven cerrado y agresivo. Incluso dentro de casa, peleaba frecuentemente con mi familia, y eso le impedía ser feliz. Cuando los jóvenes de la Universal lo invitaron a practicar deporte con ellos, vio la importancia y la posibilidad de cambiar su comportamiento.
“Poco a poco me comenzó a gustar ir a la Universal, porque vi que se preocupaban por mí y no les importaba la situación en la que me encontraba. Siempre hablaban conmigo y me ayudaban. Allí me liberé de los complejos y de los otros problemas espirituales y aprendí a manifestar mi fe. También encontré al Dios vivo que cambió mi vida a través del trabajo de la Fuerza Joven”.
¿Quiere saber más sobre los diversos deportes que la FJU apoya y formar parte del grupo? Visite la Universal más cercana a usted y converse con el pastor u obispo responsable.
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