“Dios es Juez Justo, y Dios está airado contra el impío todos los días.” (Salmos 7:11)
A causa de Su naturaleza espiritual, Jesús era Un Indignado. Y no podría ser diferente. Después de todo, por ser poseído por el Espíritu de la Justicia no Se inclinaría al reinado del espíritu de la injusticia. Todas las personas poseídas por el Espíritu de Dios cargan en sí la indignación contra los espíritus de la corrupción espiritual y moral. Es inadmisible tener el Espíritu de Dios y, al mismo tiempo, estar sujetos a las injusticias que, en el fondo, proceden del infierno.
El permiso Divino no es señal de Su voluntad. Dios ha permitido la acción de los enemigos de la justicia para que Sus hijos se indignen, luchen y prevalezcan contra ellos. Eso despertará la fe de los sinceros. Hará que vean que hay un Dios Vivo y Poderoso listo para librarlos. Fue así en el pasado. La Tierra Prometida no fue un obsequio. A pesar de estar garantizada, tuvo que ser arrebatada. Es decir, su conquista costó muchas vidas. Sin embargo, a medida que los hijos de Israel daban un paso, se apoderaban de ese espacio. La presencia de Dios con ellos no significaba que la jornada sería fácil, solo que la victoria era segura.
Hoy en día, no es diferente. Conmigo no ha sido diferente. Tan cierto como que Dios existe sé que Él está conmigo. Sin embargo, nunca, jamás y en ningún momento encontré facilidades en mi camino. Hace muchos años, un hermoso día, incluso reclamé: “Señor, todo ha sido muy difícil para mí. Tú sabes por quién lucho y no Te están ocultos mis objetivos. ¿Por qué tantas barreras de injusticias?”
En ese mismo instante, el Espíritu Santo me respondió: “La lucha es grande, pero la victoria es segura.”
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La presencia de Dios no significa facilidad.
Si usted quiere aprender más sobre este tema, participe de la Noche de la Salvación, que se realiza todos los miércoles en la Universal. Haga clic aquí para buscar la dirección de una iglesia más cercana a usted.
Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo
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