Los niños están perdiendo la infancia. Algunos ya no saben jugar más y otros nunca oyeron hablar de juegos como la rayuela, la mancha y las escondidas. Los nuevos juegos de los niños tienen pantallas coloridas, que se accionan solo con el toque de los dedos: son tablets, celulares, videojuegos y computadoras. Internet está tomando el lugar del trompo, el aro, las pinturitas, la pelota, las muñecas y los autitos.
Una investigación mundial muestra que el 97% de los niños brasileños entre 6 y 9 años hijos de padres que usan Internet, también están conectados. Y lo peor: el 54% tiene cuenta en Facebook, aunque la red social solo es permitida oficialmente para jóvenes de 13 años en adelante. Los datos son de una encuesta realizada por la empresa de antivirus AVG, que oyó a 5.423 padres de nueve países, además de Brasil.
El exceso de tecnología viene acompañado por el aumento del sedentarismo en el país brasileño y por el crecimiento en el número de niños con exceso de peso. La encuesta del Instituto Brasileño de Geografía y Estática (IBGE) revela que el 33,5% de los brasileños de 5 a 9 años tienen exceso de peso. Otro dato alarmante es que por lo menos el 11,8% de las niñas y el 16,6% de los niños entre 5 y 9 años fueron considerados obesos. Por otra parte, un estudio hecho por la USP para el proyecto Diseñado para el Movimiento muestra que los niños brasileños son los menos activos de América Latina.
Mini-adultos enfermos
Para el médico Fábio Cardoso, las investigaciones muestran que Brasil está creando mini-adultos antes de tiempo. La infancia está siendo acortada con la entrada cada vez más prematura en las redes sociales, el uso de ropa parecida a la de los adultos y el exceso de compromisos. El doctor explica que el niño debe ser activo, curioso y tener energía para jugar e interactuar con los demás. La realidad, sin embargo, muestra que el tiempo que antes era dedicado a la recreación, ya está ocupado por clases obligatorias y por Internet. No sobra espacio para jugar.
“Los niños necesitan al menos dos horas de actividad física por día, pero muchos pasan todo el día conectados, sentados frente a las pantallas. Esto está creando una generación de niños sedentarios, obesos, con colesterol alto y diabetes y con dificultades de concentración. Ellos podrán incluso vivir menos que los padres”, alerta Cardoso, que es especialista en medicina preventiva y del deporte.
El médico destaca que muchos padres tienen la idea equivocada de que el dominio de Internet va a asegurar el éxito profesional de sus hijos. Para Cardoso, las nuevas tecnologías deben ser usadas solo como herramientas. “La formación de personas felices y buenos profesionales pasa por experiencias reales e interacciones entre personas. El exceso de Internet afecta el cuerpo, la mente y el espíritu, impidiendo que el niño se vuelva un ser humano pleno”, evalúa.
Menos fuerza de voluntad
Solo hay que mirar los pasillos de los shoppings o las fiestas infantiles para constatar uno de los pasatiempos preferidos de los niños: usar tablets y celulares con juegos coloridos y llenos de sonidos.
El problema es que esos jueguitos reemplazan la vida real. En vez de aprender a cocinar, por ejemplo, el niño se divierte solo decorando mini-tortas en la tablet. También puede cuidar a un muñeco virtual y jugar un partido de fútbol sin salir del sofá. Mientras están viendo la pantalla, los pequeños dejan de sentir olores, de entrar en contacto con la naturaleza, de tomar sol y de notar la textura de los objetos.
“Hay pérdida de creatividad. Los estudios muestran que los jóvenes que pasan más de cuatro horas por día en Internet desisten de las cosas con más facilidad. No toleran obstáculos. Además de eso, se preocupan menos por los demás y pueden desarrollar agresividad. Los juegos también dificultan la distinción entre la fantasía y la realidad, lo que genera niños incapaces de lidiar con situaciones de stress”, afirma Cardoso, añadiendo que la falta de control de los padres sobre los contenidos ingresados por los niños, también provoca el desarrollo prematuro de la sexualidad. “Sí, el mundo cambia, pero no podemos pensar que todo lo que es nuevo es bueno. Necesitamos administrar los cambios. Los padres deben asumir la responsabilidad por el hijo. Si continua como está, vamos a tener a muchos niños infelices y egoístas”, finaliza.
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