Muchos padres ignoran el poder que tienen sus palabras en la vida de sus hijos. Lo que profieran puede generar buenas o malas expectativas. Por ejemplo, los padres que señalan constantemente los errores de sus hijos y desestiman las virtudes que ellos tienen es muy probable que críen niños que se conviertan en personas frustradas en su etapa adulta.
A veces, en un momento de enojo, los padres pueden decir cosas sin darse cuenta, pero lo que sembraron en una acalorada discusión puede surtir efecto más adelante.
“Las palabras son como cuchillos; aunque no hieren físicamente, matan emocionalmente”, expresó, en una oportunidad, el fallecido Haim G. Ginott, psicoterapeuta infantil y educador de padres.
¡Bendiga a sus hijos!
Usted, como padre, tiene la autoridad para bendecir a sus hijos. Por lo tanto, transmítales fe y hábleles sabiamente sin perder la calma. Exprese palabras positivas y persista en hacer lo correcto porque, aunque tenga problemas en la educación y en la crianza de ellos, verá los frutos en el momento oportuno.
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