“Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.”
(Mateo 16:6)
Jesús dijo: “Cuidado con la levadura de los fariseos”. En un lenguaje actual, significa: ¡Cuidado con los “hermalos”! Siempre surgen con una charlita, aparentemente cristiana, para agarrar desprevenidos a los sinceros y novatos en la fe, pero enseguida destilan su veneno farisaico intentando sembrar la duda o los malos ojos.
Son fríos o tibios. No quieren sacrificar por la propia salvación. Pero están siempre listos para intentar neutralizar el calor de la fe ajena. Su objetivo es transformar a otros en hipócritas a su imagen y semejanza. Y cuando los sinceros abren la boca, los hermalos les dicen que son ingenuos y les dicen que son así porque aún son inmaduros.
Inmediatamente usted puede notar que sus temas son diferentes y nunca estimulan la fe. Al contrario, promueven las dudas. Dudas en el interior sumadas a las dudas del exterior, venidas de los mensajeros del infierno. Ellos lanzan malicias en las doctrinas aprendidas y que surtieron efecto en el pasado. Usan versículos bíblicos de forma equivocada para fortalecer las dudas, en fin, hacen lo que el diablo hizo con Jesús en el desierto.
Tientan, tientan y tientan con palabras sensibles, llenas de emoción y dudas. Tenga mucho cuidado al lidiar con los hermalos. Son más peligrosos que los incrédulos asumidos. Como sepulcros blanqueados, esperan con paciencia para tragar a los sinceros y puros en la fe. Su conciencia ya está cauterizada, no están abiertos a aprender. Mantenga distancia; vigile; siga su fe y no la mente ajena. Todo cuidado es poco.
Cuidado con los “hermalos”, mantenga distancia de quien intenta minar su fe.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo