De nuevo el conflicto gana los titulares: los taxistas y choferes de la aplicación Uber entraron en conflicto en 362 ciudades en 66 países. De cada lado, los conductores exponen sus razones, pero casi siempre terminan en discusiones. No importa si usted lee un diario de hoy o de tres meses atrás, los artículos parecen los mismos, cambia la fecha. Pero hay algo que está realmente cambiando en el medio de todo esto.
La reacción de alguien es la que deberían, desde un comienzo, tener en cuenta tanto los conductores de taxis, como los de Uber: el cliente. Como siempre es el último en el que se piensa – si es que se piensa, porque está la antigua idea de recordar primero la ganancia, y el resto es resto.
Es justamente el cliente que está comenzando una revolución en la cual ni taxistas ni “uberistas” ganarán: el pasajero descontento que, en protesta – y por no tener más paciencia con tantas tonterías – está dejando de utilizar los vehículos de las dos modalidades y buscando otras alternativas. Mientras que las dos clases estuvieron rompiendo sus autos y desordenando la vida de quien quiere trabajar en serio, muchas personas están concluyendo que ninguno de ellos merece su dinero.
Lo mismo se aplica a la vida en general. ¿Cuántas veces vemos, por ejemplo, un matrimonio que se termina solo porque uno de los dos quiere hacer lo que quiere o que prevalezca su pensamiento? Ni es el caso de dar el brazo a torcer, pero de sentarse civilizadamente con el otro, exponer sus ideas y llegar a un acuerdo inteligente. ¿Un “tengo razón” realmente vale más que la propia relación?
De esta forma, ¿dedicarse a una religión, y no a Dios de verdad, vale? Apegarse a tradiciones y rituales no es más importante que lo que Dios busca: una relación más estrecha con la persona, que entiende Sus planes en su vida y progresa de acuerdo con eso. Por eso hay tantas personas perdiéndose, aún siendo cristianas.
En un partido, en un campeonato, ¿es correcto agredir a alguien solamente para hacer valer la idea “aquí manda mi equipo”?
Luchar por algo realmente importante vale la pena. Claro que vale. Pero es necesario analizar cuál es el objetivo de la lucha, y no luchar por la lucha en sí. Es necesario pensar en lo que se gana y en lo que se pierde. Usted puede hasta no ser taxista ni los registrados en Uber, pero hay que analizar si sus “pasajeros” (o sea, las personas y situaciones importantes en su vida) no están prefiriendo tomar el ómnibus que está pasando cerca y dejando a los dos “luchadores” distraídos con las peleas que no llevarán a nada. O peor: durante la pelea, dejar a quien es importante “abandonado”.
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