Hay varias cosas que el diablo odia, ¡pero existen tres cosas que absolutamente DETESTA!
Él trabaja, sistemáticamente, contra usted, 24 h por día. Sin dolor ni piedad, crea planes absolutamente malévolos para destruirlo. ¡Y existen puntos estratégicos que él ataca, intentando impedir que usted cumpla su parte, que agrade a Aquel a Quien usted debe priorizar en todas las ocasiones!
SÍ, ES UN HECHO: el diablo siempre se opuso, se opone y siempre se opondrá al sacrificio, a la fidelidad y a nuestro amor por Dios. Y es por medio de nuestras ofrendas que demostramos nuestro amor, como el Señor Jesús dijo: Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:21
Entonces, en primer lugar, el diablo odia que usted materialice su amor y su gratitud, por medio de sus ofrendas voluntarias. Y la ofrenda no es solo la monetaria, la económica que hacemos en un determinado momento en la reunión, la ofrenda para Dios es todo lo que Le ofrecemos, todo lo que hacemos para Él.
En segundo lugar, el diablo odia su fidelidad para con Dios. Esto sucede cuando materializamos, probando, así, que Dios está en 1° lugar. Y cuando hablo de fidelidad, no estoy solo refiriéndome a los diezmos, separando la décima parte de todo lo que llega a nuestras manos antes de pagar y de comprar, sino, la fidelidad teniéndolo a Él en 1° lugar, considerándolo como la Persona más importante de nuestra vida, y, por eso, sometemos nuestras decisiones, nuestra vida y nuestros sueños a Él.
Finalmente, el diablo odia esta trinidad, que es complementada y concluida con el sacrificio de renuncia, de obediencia y de permanencia en la dependencia de Dios, de materialización de la Fe Viva en las Promesas de Dios.
Esta trinidad de ofrenda, fidelidad y sacrificio es odiada por el diablo, porque solo asume esta Fe grata, fiel y sacrificial quien, realmente, se entregó de cuerpo, alma y espíritu; quien ama a Dios de TODO corazón, con TODA su mente y con TODA su fuerza. O sea: ¡Nuestra trinidad CON LA TRINIDAD DEL DIOS VIVO!
Dios cuenta con usted, ¡y yo también!
Colaboró: Obispo Júlio Freitas