¿De qué manera usted mira a las personas que ama o a las que usted tiene afinidad? Generalmente, las admira, enaltece sus cualidades, quiere siempre estar cerca de ellas, en fin, se queda feliz al verlas.
No es difícil tener buenos ojos hacia ellas, ¿no es así?
¿Pero cuando, por algún motivo, a usted no le agrada esa persona? ¿Cómo la mira?
Usted puede creer que el hecho de que esa persona o sus actitudes no le agrade o, incluso, intente evitarla, se debe a que el problema está exclusivamente en ella. Pero ¿ya se detuvo a pensar que también puede haber un problema en usted?
Además, enfocarse en los defectos ajenos no hace que seamos perfectos.
Por eso, una vez el Señor estaba en el monte enseñándole a una multitud, y les advirtió: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” Mateo 7:3
Tendemos a señalar los errores y los defectos de los demás, pero tenemos una gran dificultad para mirarnos a nosotros mismos e identificar nuestras propias fallas.
Como resultado, al poner nuestra atención en los errores ajenos, dejamos de darnos cuenta de que tenemos un error mucho más grande en nuestra propia vida.
Y además: cada vez que nos fijamos en lo que el otro no tiene de bueno, no con la intención de ayudarlo, sino de acusarlo, tenemos malos ojos y eso genera problemas en nosotros mismos.
Una internauta expuso su dificultad para tener buenos ojos hacia algunas personas. Mire su relato:
“Tengo mucha dificultad para mirar a las personas que no me agradan con buenos ojos. Muchas veces, para que yo no me sienta mal, evito a esas personas, cruzo la calle. Hago de todo para no encontrarlas. Es una lucha, porque vivo en un complejo de viviendas y algunas veces es inevitable. No logro ocultar que no soporto a determinadas personas. Que Dios me ayude y tenga misericordia de mi alma.
La dificultad que tengo con respecto a esas personas es mirarlas con buenos ojos. Porque hay personas que tienen actitudes que irritan, que molestan. Le pido a Dios mucha paciencia para que no me contamine con bronca debido a esas actitudes. Quiero ser ese tipo de persona que no se da cuenta, que no escucha y que, principalmente, no habla.”
Como respuesta al problema de esta internauta, el Obispo Edir Macedo le aconsejó que deje de mirar a los demás y se mire a ella misma. “Todas las veces que usted encuentre a personas que son malas, ‘a sus ojos’, es porque su alma también está mal y perdida”, le explicó el obispo.
Para vencer este mal, el obispo aconsejó a hacer lo contrario de lo que ella ha hecho: en lugar de evitarlas, orar por ellas. “Cuando usted ore por ellas, estará orando por usted misma. Haga esto y será libre del espíritu maligno que hace que se sienta así”, finalizó.
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