Hay muchos hombres que piensan que la pareja le hace demasiadas exigencias. Todas las veces que él intenta evitar las conversaciones en que la esposa le pregunta por qué él no la trata mejor, o por qué no le hace sorpresas románticas –al organizar un encuentro inesperado en un restaurante, o simplemente al demostrar cuánto la quiere, a través de un regalo o un abrazo tierno admitiendo que la ama– puede desencadenar serios problemas en la vida conyugal.
Como él no suele darle atención a las exigencias de la mujer, esa postura va desgastando la convivencia entre ambos.
Al tener un perfil más práctico, los hombres no se dan cuenta de las particularidades femeninas sobre cómo ellas lidian con la relación. Por eso, ellos van empujando la relación con la barriga y hacen oídos sordos a todo. Es como si hicieran de cuenta de que está todo bien, como si los problemas no existieran.
La mujer comienza a dar señales de su insatisfacción y, aun así, el hombre se hace el sonso. Evita discutir con ella, así como el “diablo huye de la cruz”. Todo lo que él quiere es no tener que hablar. Sin embargo, la mujer sabe que el hombre conoce el camino para tratarla mejor y que, en realidad, él tiene pereza de dedicarse de una manera más constante, o que solo actúa de esa manera cuando le conviene.
No obstante, cuando él menos lo espera, la paciencia de la esposa se agotó. En ese momento es como si una bomba explotara: él ya no quiere hablarle y la relación puede llegar a su fin. Él piensa que fue sorprendido y se pregunta: pero ¿no estaba todo bien?
Es importante que la esposa también le demuestre sus necesidades al marido. La responsabilidad de saber lo que ella necesita no es solo de él. Además, esa falta de percepción para entender que él no puede dejar que la vida lleve la relación a cualquier lugar y el hecho de no querer escuchar las quejas de la mujer puede ser fatal. Y lo peor de todo es si él se da cuenta de que no está actuando de la manera correcta cuando ya es tarde, cuando ya no se puede reparar el error.
Para evitar que eso suceda, es necesario entender que el hombre y la mujer se distinguen por la manera en que actúan en la relación. Mientras ella puede ser más afectuosa y muchas veces exigirle ese cariño a su pareja en la misma medida, él puede ser más cerrado y no exteriorizar lo que siente, así como lo hace su pareja.
Entender eso, es el primer paso, pero es necesario hacer algo más. Si el hombre no sale con su esposa o no le manda flores, y ella se siente decepcionada por eso, él también puede sentirse frustrado. Es importante que cada uno conozca las necesidades de atención del otro, antes de que surjan las exigencias.
Si eso ya está sucediendo, usted aún puede cambiar algunos aspectos, a pesar de que la transformación puede llevar algún tiempo. Comience por conversar con su esposa sobre el día a día, los problemas en el trabajo, los planes para el futuro y la relación. De la misma manera, déjela a gusto para que hable de sus necesidades. El diálogo es fundamental tanto para que la relación sobreviva, como para que los dos sean felices.