La sentencia de muerte de Cruz del Señor Jesús fue el acto más injusto de toda la historia de la humanidad, pero el Justo Juez Juzgó esa injusticia y la convirtió en el más grande acto de Justicia Divina.
«Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él». 2 Corintios 5:21
El Señor Jesús murió en silencio en nuestro lugar para liberarnos, perdonarnos y salvarnos, pasando por una condenación injusta, muriendo de la peor manera; aun siendo Inocente, absorbió todos los pecados de la humanidad. Pero el Padre Lo Justificó, Lo Resucitó y Lo Glorificó ante todos los demonios, ángeles, siervos, incrédulos y toda la naturaleza.
Nosotros, como hijos y siervos de Dios, también enfrentaremos injusticias.
Cuando pasamos por una injusticia, lo más natural es que nuestra alma clame por justicia, porque, desde el punto de vista humano, es lógico que lo que es injusto lo queramos convertir en justo.
Hay quienes, movidos por la impulsividad, desean actuar con la fuerza del brazo, pagar con la misma moneda o incluso vengarse cuando se trata de alguien que le causó daño.
Pero el Propio Señor Jesús nos advirtió que en el mundo tendríamos aflicciones, y nos dejó Su Ejemplo de Victoria:
“Estas cosas os he Hablado para que en Mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, Yo he vencido al mundo”. Juan 16:33
En otras palabras, todos pasaremos por injusticias y aflicciones, pero no podemos desviar nuestro enfoque de lo espiritual, del Propósito que Dios tiene detrás de cada situación. Él permite estas injusticias para que manifestemos la fe, dependamos más de Él y maduremos a través de cada experiencia.
Por otro lado, mientras vivamos en este mundo, no estamos libres de pasar por injusticias, pero está en uno vencerlas con las armas espirituales y de la Mano del Justo Juez, o querer vencerlas con las propias manos, lo que también nos vuelve injustos delante de Dios.
Si reconocemos que las injusticias son guerras espirituales que solo se vencen con las armas espirituales —perseverancia, confianza, pureza, comunión, renuncia, fe, sacrificio— entendemos que es en vano actuar con la fuerza del brazo, pagar con la misma moneda o incluso vengarnos, ya que de esta manera Dios no nos justificará.
En resumen, si resistimos las injusticias al no dejarnos contaminar o vencer por ellas, insistimos en practicar la justicia y perseveramos en la práctica de la fe con obras, buscando la Justicia Divina, eso nos vuelve Escogidos de Dios, y así es como vencemos:
«… el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: Vida Eterna…». Romanos 2:6-7
Dios quiere transformar tu mayor injusticia en Su Mayor Justicia, quiere convertir tu mayor humillación en tu mayor honra, para Su gloria.
¿Ya pensaste que el Justo Juez puede juzgar tu causa el 13 julio en el Tribunal Divino?
¿Cómo te estás preparando para esta audiencia?
Participá todos los días de la Jornada por la Justicia Divina, a las 7:30 de la mañana, por:
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⌛️Nos vemos en la IURD o en las Nubes❗️
Ob. Julio F.