“Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.”, (Lamentaciones 3:22)
Nuestro Dios es misericordioso y longánimo. Tiene la paciencia para soportar nuestra cabeza dura; ya que, generalmente, pensamos que podemos actuar con nuestra propia fuerza y olvidamos que el justo debe vivir por la fe.
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