Nunca entendí esa palabra del Apóstol Pablo: “No permito que la mujer hable en la iglesia”, hasta que un día descubrí por qué el apóstol dijo eso. La mujer es esa joya preciosa. Tiene una importancia tremenda, fundamental en la obra de Dios. Fue Él mismo quien creó a la mujer, no fue el diablo. Es una gran verdad que el diablo ha usado a muchas mujeres. Sin embargo, cuando la mujer es usada por Dios, cuando ella es de Dios, es lo más glorioso que existe, más que el hombre, en el sentido humano.
Cuando la mujer es sabia, no solamente es sabia para sí misma, sino que produce, ya que es mujer, hombres de Dios, hijos de Él. Da a luz a criaturas que serán exponentes en las manos de Dios. El hombre de Dios también es un generador de hombres de Dios, pero la mujer tiene algo mayor, algo especial, diferente. En Proverbios 31, a partir del versículo 10, en la alabanza de la mujer virtuosa, el propio Salomón, lleno del Espíritu Santo, lleno de sabiduría, dijo: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.” La mujer del mundo, que no tiene nada con Dios, busca belleza exterior para engañar, eludir y atraer hombres. Ella se preocupa extremadamente, se pone perfume, se maquilla, y todo eso es perfectamente limpio, íntegro y honesto. La diferencia entre ella y la mujer Dios es que esta no se entrega a sus vanidades, porque está preocupada por su corazón.
Vea lo que el rey Salomón dijo en el versículo 29. “Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas”. Él está hablando de la mujer virtuosa, y continúa diciendo: “Engañosa es la gracia…”. No está hablando de la gracia de Dios, sino de la gracia de la mujer, esa del estilo de la canción “Chica de Ipanema”. Esa gracia es engañosa porque lleva a los hombres, incluso a hombres de Dios, a dejarse llevar por ella. Ellos se casan con esas mujeres y después descubren el “ananá” que llevaron hacia dentro de su casa. Y entonces es difícil deshacer lo hecho. La mujer del tipo “Chica de Ipanema”, la mujer “producida”, con esa manera de ser que solo la mujer sabe qué hacer para atraer, esa gracia no tiene ningún valor delante de la mujer de Dios, porque la mujer de Dios, que teme al Señor, esa será alabada. Las personas dicen de la “Chica de Ipanema”: “¿Viste a esa mujer de allí? ¿Viste su cuerpo?”, y empiezan a tejer comentarios refiriéndose a ella. Sin embargo, cuando la mujer es virtuosa, las personas dicen así: “¿Viste? ¡Qué mujer bendecida, qué mujer sabia! ¡Tiene un comportamiento ejemplar!”
Veo en las mujeres de Dios una belleza indescriptible en sus actitudes, en sus palabras, que son dulces y apagan cualquier incendio o ira. Veo en sus semblantes pureza y santidad. Veo en sus actitudes, por menores que sean, actitudes santas.
Creo que Dios hará una obra muy grande en la vida de ellas, si realmente lo desean, porque este estudio es para las personas que quieren ser útiles en las manos de Dios, y no para las que no tienen ningún compromiso con Él.
Después de la presencia de Dios en la vida del hombre, la presencia de la mujer es lo más precioso que le puede suceder.
Que Dios los bendiga a todos abundantemente, en el nombre del Señor Jesús.
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