Es común que, por desconocimiento, algunas personas asocien la fe con conductas religiosas. Sin embargo, la fe es todo lo contrario a los comportamientos rutinarios que no tienen sentido, porque es necesario que la persona piense antes de llevar a cabo alguna acción.
Por eso, a los que no entienden las enseñanzas bíblicas les resulta difícil comprender las actitudes osadas de una persona de fe. Al fin y al cabo, ¿cómo es posible que alguien tenga el coraje de renunciar a sus manías personales para agradar a Dios o cómo puede ser que haya personas que se desprendan de determinadas cosas para demostrarle que dependen solo de Él?
Las renuncias de Jacob
Jacob lo tenía todo, pero a la vez no tenía nada. En su interior, sabía que los logros obtenidos durante los años fuera de Canaán no compensaban lo que él era en realidad: un hombre que había engañado a su propio padre para obtener ventajas personales.
“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.” Génesis 32:22-23.
Antes de que Jacob se encontrara con Dios, primero tuvo que ser osado y desprenderse de las cosas que llevaba y de las personas que iban con él para poder, de esa manera, estar a solas con el Señor.
Hoy en día, sucede lo mismo. Si la persona quiere un cambio personal verdadero, ser alguien que piensa y reacciona diferente, antes que cualquier otra cosa, debe asumir su propia fe y ser osada para poder renunciar a las cosas que la hacen creer ser autosuficiente.
Y es importante recordar que todas las conquistas que alguien pueda tener son insignificantes en comparación con la grandeza espiritual que Dios le puede dar.